Los viajeros del último tren que salió de Atocha esquivaron por segundos las bombas
Raúl Corral apenas tiene fuerzas para hablar. Siente que ha vuelto a nacer de nuevo. Él viajaba en el último tren que salió de Atocha antes de la explosión, a las 7.35 de la mañana. También pasó por la estación de El Pozo apenas segundos antes de que estallara el primero de los dos artefactos. Su recorrido terminó mucho antes de lo que tenía previsto, y de forma dramática en Santa Eugenia. "Había cinco cuerpos tirados desangrándose. Estaban destrozados", recuerda mientras se enjuga las lágrimas que pretende esconder tras las gafas de sol. "No hay justificación para esto, no hay derecho", decía el hombre instantes después de salir del lugar de los hechos.
Raúl hace el mismo recorrido a diario para llegar a su trabajo, en un polígono industrial en Arganda del Rey. Pensaba ir en ese tren hasta Vicálvaro, y allí hacer un transbordo. Pero se topó con la desgracia de frente. "Nos dijeron que bajáramos del vagón rápidamente. Lo primero que vi fue como una chimenea enorme de humo que salía de uno de los vagones que estaba destrozado", relata. "Lo peor de todo fue ver a la gente destrozada, muchos de ellos jóvenes, a los heridos con las ropas rotas, sangrando por los oídos...No te lo puedo describir, ha sido horroroso".
El caos era absoluto cuando el tren que salió de Atocha a las 7.35 llegó a Santa Eugenia. "La gente no sabía lo que hacer, reinaba el desconcierto, muchos no podían ni hablar y fueron presos de ataques de pánico...", rememora Raúl, que todavía no se podía creer lo que había sucedido. "No sé como te estoy contando esto. Yo podría estar entre los muertos".
Una parada no prevista
Los viajeros que como Raúl viajaban en el último tren que se libró de las explosiones, "el de los supervivientes", como decían algunos testigos, ya habían notado algo extraño a lo largo de su recorrido. "Cuando iniciamos el trayecto en Atocha circulábamos a una velocidad normal, pero poco a poco fue disminuyendo. Al momento de partir de la estación de El Pozo, el tren se detuvo. Estuvimos allí más de cinco minutos, y luego continuamos muy despacio hasta Santa Eugenia", cuenta el viajero. "Paramos en mitad de las vías, no podíamos llegar hasta la estación porque el tren explosionado estaba delante", añade.
Raúl va relatando lo que ha visto en la medida que su ánimo se lo permite: "Había un cuerpo en medio de los dos andenes. Yo creo que no iba en el tren, tal vez estuviera en la estación cuando se produjo la deflagración, porque no estaba quemado", afirma.
"Nos salvamos de las tres explosiones. Primero de la de Atocha, luego en El Pozo, que de esa escapamos por segundos, y ahora en Santa Eugenia", enumeraba Raúl a un compañero que, como él, no se podía creer que había nacido de nuevo.
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