Jacobo Morlán, bombero
El todoterreno del jefe de bomberos de Huesca vale sólo el doble que su salpicadero, plagado de aparatos para ser más eficaz en su cruzada contra los incendios
En el bolsillo, un teléfono móvil y una Palm. En el coche, un ordenador con GPS, una herramienta informática para el control de flotas, dos emisoras de radio, un teléfono bluetooth, un aparato para el manejo de la señalización de emergencia y una sirena de luz estroboscópica. El todoterreno de Jacobo Morlán, jefe de bomberos del Ayuntamiento de Huesca, cuesta alrededor de 36.000 euros. La tecnología que han instalado en el salpicadero del automóvil le ha costado 16.000 euros.
Por medio de un ordenador con pantalla táctil, Morlán puede acceder desde cualquier sitio a las bases de datos de todos los municipios de la comarca oscense y consultar sin salir del coche, por ejemplo, las fichas de mercancías peligrosas. Además, dispone de un sistema de navegación por satélite (GPS) y de una herramienta informática de control de flotas, con toda la cartografía de la comunidad autónoma aragonesa, que le ayuda a saber dónde se encuentran todos los vehículos que participan en un servicio.
Morlán (Huesca, 1957) lleva 22 años trabajando en los bomberos de Huesca. Dirige el parque de bomberos oscense y es jefe del servicio de protección civil de la comarca. "El ordenador nos facilita la tarea de saber en cada momento dónde están los vehículos. Donde más utilidad tiene es en el monte. Si un camión está en otra ladera de un monte donde no lo puedes ver y es necesario acudir en su ayuda o llevarle algún material, en el ordenador queda registrada la ruta que ha seguido para llegar allí. Sólo es necesario imprimir la ruta en la impresora de otro vehículo para que pueda encontrar el camino que te permita llegar y auxiliarle".
Además, Morlán lleva en el coche dos emisoras de radio. Una para estar en contacto con la red provincial de bomberos. La otra para comunicarse con el servicio forestal del Gobierno de Aragón. "Cuando interviene un helicóptero, el GPS es fundamental porque te permite darle la posición exacta. Antes, cuando se producía un accidente en un lugar muy frondoso y sin visibilidad, había que ir a buscar al helicóptero y acompañarlo hasta el sitio para que lo encontrara".
La mayoría de las intervenciones de los bomberos están relacionadas con pequeños accidentes domésticos. "El trabajo de los bomberos ha cambiado mucho en los últimos años. Por ejemplo, aconsejamos a los ciudadanos que nos llamen cuando tengan un problema con un ascensor. Para nosotros supone mucho más trabajo, pero es preferible eso a que los ciudadanos corran algún riesgo. Antes atendíamos siete casos al año de ascensores. Ahora, 70".
Para Morlán, uno de los momentos más duros de su vida profesional fue cuando acudieron a un accidente de automóvil donde falleció un compañero del Ayuntamiento oscense. Otro, la tragedia del cámping de Biescas ocurrida en agosto de 1996, en la que murieron 87 personas. "Una mujer nos llamó diciendo que el agua se llevaba a su hija y dimos la orden de salir sin esperar a que activasen el servicio".
El teléfono móvil, además de que resulta muy útil para informar a los servicios de emergencias, se ha convertido en una herramienta eficaz para poder localizar a los accidentados. "En más de una ocasión hemos podido hallar a personas que, después de un accidente, están encerradas en su coche fuera de la carretera. Si es de noche, resulta muy difícil encontrarlos. Gracias al teléfono, hablas con ellos y te avisan cuando oyen las sirenas o ven las luces de los coches".
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