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Horrillo patenta su estilo ganador

El ciclista vizcaíno se impone en la segunda etapa de la París-Niza

Carlos Arribas

Cuando lo ve claro Pedro Horrillo es que es impepinable. "Cuando lo veo claro en una carrera me siento como si lo estuviera observando por la tele. Veo que pasan por un punto clave y no puedo menos que vocear, 'jo, si yo estuviera allí, atacaría en ese sitio y ganaría la etapa seguro', explica. "En esta etapa pasamos una primera vez, a 16 kilómetros del final, por la meta, y vi que a 600 metros había una curva clave, vi que estaba a comienzos de un repecho y que luego éste se empinaba más aún. Y me dije que quien atacara allí ganaba, y que ése iba a ser yo. Lo vi clarísimo".

El corredor de Ermua, de 29 años, logró su quinto triunfo en cinco años como profesional, la victoria más prestigiosa: la segunda etapa de la París-Niza, una carrera hors catégorie. Hace una semana estaba hundido. El amigo de los campeones, el íntimo de Óscar Freire e Igor Astarloa, disputaba la Vuelta a Valencia y se veía tan bien y tan fuerte que estaba convencido de que alguna etapa cazaría tirando de su estilo propio, una peculiar mezcla de fuerza, oportunismo, intuición y lucidez, y convenció a los compañeros de equipo, belgas e italianos del Quick Step, de que le ayudaran en su empeño. Acabó sin victorias y tirado en una zanja, una caída dolorosa que le costó un dedo y un codo machacados y la desmoralización, el convencimiento de que si bien no se acaba el año ahí -un año en que debe renovar contrato- sí que se habían esfumado sus sueños de formar parte del grupo selecto que disputaría en primavera las clásicas belgas. "Y, de hecho", decía ayer Horrillo, recién casado con Lorena, "el núcleo del equipo de las clásicas, Museeuw, Bettini y compañía están en la Tirreno-Adriático, y a mí me habían traído a la París-Niza para ser el lanzador de nuestro sprinter, Tom Boonen".

Pero resultó que por una vez la desgracia no le tocó a Horrillo, quien se pasó media temporada pasada malamente con persistentes e inexplicados dolores de espalda, sino a Boonen, que en el fragor de una etapa tremenda -los del CSC montaron grandes abanicos y no pararon desde el principio, dejaron fuera de juego a los Liberty y Baleares, entre otros-, rompió la rueda. Liberado de servidumbre, Horrillo vio la curva y a la segunda pasada hizo como había pensado, dejando clavados a cracks del nivel de Bartoli o Beat Zberg. "Fue fabulosos", dijo Horrillo, quien ya se ha ganado una plaza para la Milán-San Remo y piensa seriamente en patentar su estilo ganador. "Me sentí imparable y me dio tiempo a disfrutar, a volverme y verles a todos perseguirme inútilmente, a saber que hicieran lo que hicieran iba a ganar yo".

Horrillo entra vencedor en la etapa de ayer.
Horrillo entra vencedor en la etapa de ayer.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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