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Reportaje:FÚTBOL | Internacional

¿Un domingo sin Baggio?

Acosado por las lesiones, el genial '10' medita su retirada a sus 37 años

Los cuentos dicen que a los genios, una vez invocados, les cuesta volver a su lámpara maravillosa. Acostumbrados a convivir con los mortales, privilegiados espectadores de su magia, difícilmente aceptan que las inexorables leyes del tiempo pongan fin a sus travesuras. Así se debe sentir el italiano Roberto Baggio, que, a sus 37 años, medita su retirada en junio pese a que sus admiradores siguen venerando cada una de las gloriosas muestras de categoría que todavía deja en los estadios.

Ha jugado en el Vicenza, Fiorentina, Juventus, Milan, Bolonia, Inter y Brescia y ganado dos Ligas y una Copa italianas y una Copa de la UEFA en sus 19 temporada en la Primera División, en la que ha marcado 199 goles. Internacional 55 veces, ha disputado tres Mundiales y conseguido para su selección otros 27 tantos. Parece eterno, pero la alarma sonó a finales de 2003, cuando, en su cuarta campaña en el modesto Brescia, hizo pública su intención de colgar las botas: "Mi trayectoria ha estado condicionada por las lesiones. Me han forzado a llevar una carrera desequilibrada. Me han causado muchos contratiempos difíciles de combatir a mi edad".

Los problemas musculares no han permitido a Baggio actuar más que en 16 partidos de la Liga actual, como si avisaran de que el juego que el genial 10 lleva en la cabeza ya no puede bajar hasta los pies sin romper algo por el camino. Una lástima porque su precariedad física no le impide ser una referencia del fútbol transgresor con los valores de culto al músculo y el tacticismo que reinan en el calcio, como explicó Gianni Mura, periodista de La Repubblica: "Cada movimiento de Baggio, no sólo cada gol, es un golpe ligero, pero potentísimo al fútbol de los Míster Proper de anchas espaldas. El fútbol de Baggio es revolucionario y blasfemo, adjetivos obligados cuando otro fútbol ha tomado el poder y está en los altares".

Para los tifosi es difícil aceptar que llegará un fatídico domingo en el que Baggio ya no estará para plasmar su arte. Por eso la prensa, rendida ante uno de sus ídolos favoritos, especula con la existencia de ofertas árabes o japonesas, más allá de la del Brescia hasta que se canse. Los medios llegaron la semana pasada a conjeturar con que el Anderlecht le ha ofrecido un contrato millonario para disputar sólo la Liga de Campeones, es decir evitándole el desgaste del torneo nacional. Pero el club belga lo ha desmentido. Nadie quiere perderse los últimos coletazos de Baggio, agasajado por sus compañeros hace pocos días, en la celebración de su cumpleaños, con una tarta en la que se leía Baggio para siempre.

La venerada estrella confiesa vivir un momento extraño: "Estoy acalorado. Sostengo una guerra interior. Por una parte, la decisión de retirarme, que ya he tomado. Por otra, la pasión por el fútbol, que me arruina los planes. Las lesiones no me dejan pasar una semana tranquilo, pero...".

Mientras medita sobre su futuro, su figura adquiere dimensiones extradeportivas. En mayo se estrenará en Francia la pieza teatral Orfeo Baggio, firmada por el italo-francés Mario Morisi y de alucinante argumento. El planeta ha sido devastado por un terremoto. Todos los programas informáticos se han destruido. No hay forma de constatar la identidad de ninguna persona. La policía investiga un asesinato y el principal sospechoso es un tipo que se recreaba con un balón junto al lugar del crimen. Una vez detenido, a la hora de identificarle, sin documentos verificables, asegura ser un gran futbolista llamado Roberto Baggio. "¡Gilipollas, devolvedme la pelota. Sin ella, no existo; no soy nada. Soy Gulliver, soy Aladino!", grita el arrestado en un pasaje que podría ser una metáfora del momento presente del verdadero Baggio. Porque, como dijo de él otro gran poeta del balón, el mítico Gianni Rivera: "Ante el televisor, es el único que me obliga a no cambiar de canal. Es el último romántico del calcio. Cuando se retire, todo habrá terminado".

Roberto Baggio celebra un gol.
Roberto Baggio celebra un gol.REUTERS

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