Ya no pasan cigarreras
Y desde el jueves 26, tampoco lo harán los coches particulares. La calle San Fernando, de la que aún recuerdo su pavimento de adoquines y el doble rail de los tranvías, durante un año estará cerrada al tráfico rodado.
No hay mal que por bien no venga, con este corte el sevillano se acercará de nuevo a su parque, tendrá la visión fugaz de paisajes del recuerdo, respirará libremente aires de añoranza y sentirá cierto dolor y mucho asombro al comprobar el deterioro del ecológico recinto. A nada que se adentre por cualquiera de los paseos, o se detenga a contemplar la Plaza de España, aherrojada y prisionera por mor del abandono y el vandalismo, podrá plantearse entre otros, el dilema del equilibrio.
Media ciudad va a ceder sus entrañas al avance imparable de los tiempos, millones de euros van a reportar a nuestra ciudad, vías suburbanas y al fin el ansiado y politizado metro.
¿Pero y Sevilla? Nuestra capital merece al menos el respeto de la historia, exige un trato preferencial a la hora de mantener su patrimonio, reclama con la dignidad del noble venido a menos que no se la obligue a implorar limosna.
Modernidad y progreso, siempre. Pero manteniendo en perfecto estado de revista cada uno de los rincones que dotan de identidad esta hermosa Villa.