Tráfico casi normal en Francia pese a la gran nevada
Salvo el gigantesco problema provocado por el cierre de la frontera española en Irún, la gruesa capa de nieve (hasta de 50 centímetros) caída sobre todas las regiones del oeste y del sur de Francia provocó sólo trastornos puntuales. Los escasos cortes de tráfico en las autopistas se debieron a accidentes y las interrupciones prolongadas se limitaron a la red secundaria, principalmente en tres departamentos de Bretaña, donde el temporal dejó sin electricidad a 110.000 hogares el viernes pasado y obligó a suspender el tráfico de camiones hasta primeras horas del sábado.
Un accidente en la autopista A-75, entre Clermont-Ferrand y Millau, y un choque en cadena de 20 vehículos en la A-20, Toulouse-París, provocaron retenciones de cierta consideración. Por lo demás, la región de Lyon registró los embotellamientos que producen los retornos de vacaciones: este fin de semana tocaba la vuelta a París desde las estaciones de esquí de los Alpes, tras el asueto escolar de invierno.
Nada comparable a las consecuencias del cierre de la frontera en Irún, que bloqueó por completo la autopista del País Vasco francés desde la noche del viernes a la tarde del domingo, y cuyas consecuencias se dejaron sentir hasta 300 kilómetros más arriba, a causa de las medidas tomadas por la Gendarmería para detener a los camiones y espaciar sus lugares de aparcamiento.
El cierre de la frontera de Irún es una gran trampa, porque se trata de uno de los dos únicos pasos de gran capacidad que existen en los Pirineos -el otro es La Jonquera- y entre los dos soportan unos 15.000-16.000 camiones diarios. Este incidente cargará de razón a los defensores de desviar parte del tráfico pesado hacia barcos, como recientemente explicó el ministro francés de Transportes, Gilles de Robien.
El nivel de atención al automovilista atrapado tampoco es comparable, por la diferencia de medios aplicados. En Francia, la tempestad fue avisada reiteradamente desde el jueves y los medios audiovisuales se volcaron en ella hasta el fin de la alerta, el sábado. En las autopistas hay avisos luminosos y una frecuencia de radio que anticipan cualquier incidencia que pueda presentarse y, en casos tan graves como el de la frontera española, un avituallamiento de comida, bebida y combustible a los atrapados. Otra diferencia es la centralización de las medidas de crisis, competencia exclusiva del Gobierno de París y de sus prefectos (delegados) en regiones y departamentos. La cruz de este procedimiento es que, cuando falla el sistema centralizado, no funciona nada, como sucedió durante las grandes nevadas de enero de 2003 en las carreteras de la región de París.
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