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Crítica:'DIARIO DE UNA BODA' | ANTENA 3
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Oasis cortesano

En estos tiempos convulsos y vacilantes, Diario de una boda (16.15, Antena 3) supone el reencuentro con una forma ancestral de estabilidad cortesana. Concebido como espacio monotemático sobre el enlace entre el príncipe Felipe y Letizia Ortiz, el programa centraliza todas las referencias relacionadas con la boda. Media hora diaria durante 100 días, ése era el reto que anunciaron sus presentadores, Mónica Martínez y Jaime Cantizano. Para demostrar que eran chicos con sentido del humor, en el primer capítulo utilizaron el recurso de vestirse y comportarse como si, a su manera, fueran replicantes de los novios, lo cual disparó el pánico de los adictos a los mundos paralelos.

Tenemos buenas y malas noticias. Las buenas: ya falta menos para que este festival cortesano termine. Las malas: sólo hemos superado una parte infinitesimal de su metraje. Que no cunda el pánico: uno acaba acostumbrándose a todo. Cualquier acto en el que aparezcan los protagonistas o, en su defecto, sus padres, hermanos, primos, abuelos, vecinos, amigos sirve para elaborar un vídeo. ¿Con qué guarnición se sirve? Con una serie de entrevistas a los que pasaban por ahí. En los primeros capítulos de este vídeo preboda incluso se permitieron encuestas callejeras algo irresponsables en las que unas jovencitas confesaban abiertamente su pasión por el novio en unos términos tradicionalmente reservados a estrellas del pop y otros portentos. La voz en off, implacable, remataba la faena con un: "Y es que el Príncipe las vuelve locas".

El programa también descubre todo un universo de mercadotecnia adosada francamente espeluznante. Objetos conmemorativos y alquileres de balcones, cualquier excusa es buena para desplazarse a cubrir, con perdón, la noticia. El hallazgo del espacio es, por ahora, Emilio Guillín, un intrépido reportero que ha instalado una tienda de campaña en un lateral de la catedral de la Almudena en el más puro estilo de trabajador de Sintel y que perora con vertiginosa locuacidad. Las toneladas de materia prima principesca se aliñan con la peripecia de una pareja de jóvenes que se casarán el mismo día, aunque con menos boato. En el contraste entre unos y otros se detectan algunos abismos, pero todo se hace con una sonrisa en los labios. Uno de los momentos que más me inquietaron fue cuando una reportera persiguió al padre de Letizia por la Feria Arco preguntándole cuál era su trato con la Reina. Y el hombre, cargándose de la misma paciencia que necesitaremos todos, díjole: "Es la reina de España y yo soy español".

[Una media de 1.574.000 espectadores (14,3% de cuota de pantalla) ha seguido Diario de una boda desde su estreno, el pasado 11 de febrero].

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