Reino Unido avanzó un 2,3% en 2003, más de lo esperado

La economía británica cerró el año 2003 a un ritmo de crecimiento anual del 2,3%, según las cifras reveladas ayer por la Oficina Nacional de Estadística. El dato es superior al esperado después de que las cifras definitivas sobre el primer y el segundo trimestre fueran revisadas al alza, con lo que aumentó dos décimas el crecimiento en el conjunto de los 12 meses. El 2,3% invita a pensar en una nueva subida de los tipos de interés, corregidos ya al alza dos veces por el Banco de Inglaterra para frenar el desmesurado crecimiento de la vivienda.

Los buenos datos se sitúan en la parte alta de la horquilla del 2,1% al 2,5% estimada por el ministro del Tesoro, Gordon Brown, al que en su día criticaron por optimista los comentaristas económicos. La cifra tiene su importancia política. Un crecimiento inferior al previsto habría complicado la vida al Gobierno porque le habría abocado a una subida de impuestos para mantener el alto ritmo de gasto público con que el Nuevo Laborismo intenta resolver las deficiencias en los servicios públicos, y en particular en sanidad.

Gastos sociales

El Gobierno está financiando los excesos de gasto con emisiones de deuda y deteriorando el déficit público -formalmente ya ni siquiera cumple el criterio de convergencia de Maastricht para entrar en el euro-, pero un crecimiento inferior hubiera disparado esos datos por encima de lo que se puede admitir como prudente para mantener la imagen de buenos gestores de la economía en que el Nuevo Laborismo ha basado gran parte de su éxito electoral.

El crecimiento del 2,3% se sustenta en los altos ratios de consumo familiar y la fortaleza de los servicios, en especial los financieros, las ventas al detalle y las comunicaciones. La industria cayó un 0,1%.