Crisis en el sindicalismo
El Sindicalismo actual está en crisis, ideológica, sistemática y funcional. La sinonimia entre el político y el liberado sindical hace que ambos sean considerados burgueses acomodados. Buena parte de culpa la tiene su origen financiero actual, estando ambos sustentados por subvenciones públicas y semipúblicas. Poseen ambos estructuras afines, secretarias, locales céntricos, gabinetes jurídicos, dietas de todo tipo. En la actualidad, los sindicatos poseen ofertas para la captación de afiliados más propias del clientelismo que de una cuestión ideológica, léase planes de pensiones, seguros, promociones de viviendas públicas, ofertas académicas, descuentos en comercios, todo ello encaminado a paliar la escasísima afiliación en nuestro país, de los más bajos de Europa. La figura del liberado sindical está en desprestigio. La imagen del romántico obrero curtido en el anarquismo-marxismo y pagando con su libertad por reivindicar derechos laborales ha dejado paso a el liberado sindical de un sindicato más de servicios que de la propia identidad que se forjó en los origenes del sindicalismo español.
La oligarquía sindical actual se preocupa más por el mantenimiento de unas estructuras sindicales saneadas y controladas, que por las inquietudes de sus bases. Así como en política se censura el mero hecho de aferrarse a un sillón eternamente, Fraga, Ibarra, Cháves, en las estructuras sindicales existen unos niveles un anquilosamiento motivados por el aferramiento a los puestos de estructuras de los de siempre, uno puede regresar de un coma tras cuatro años y encontrarse a los mismos dirigentes y liberados sindicales y todo ello gracias a las pugnas internas que se producen en los congresos que recuerdan más bien a las guerras carlistas que a una estructura interna democrática como consagra nuestra constitución.
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