El Depor se divierte

Con toda la Liga expectante por el duelo del Bernabéu, el tercero en discordia resolvió su expediente sin grandes problemas, a la espera de un resultado en Madrid que apretase más las posiciones de cabeza. Lo que para sus dos grandes rivales fue una jornada de alta tensión se vivió en Riazor como una tarde soleada y apacible, en la que el Deportivo se dio a la diversión y al buen fútbol para solaz de la parroquia. A los placeres y amenidades del domingo también se sumó el Osasuna, un equipo lleno de buenos propósitos, pero mucho más blando de lo que indica su tradición.

Sin que nadie lo hubiese previsto, Javier Irureta convirtió la alineación del Depor en una plegaria por el buen fútbol. Desde el comienzo de temporada, el técnico está empeñado en administrar los esfuerzos de Fran, que sigue luchando contra el paso del tiempo sin que parezca agotarse su reserva de exquisiteces. Tras una temporada de ostracismo, Fran regresó al equipo en el puesto que nadie esperaba, como segundo medio centro por delante de la trituradora de Mauro Silva. En sus circunstancias físicas, es una ubicación que le favorece más que el tradicional carril izquierdo. Allí, en el corazón del campo, Fran no necesita exprimir la velocidad más allá de sus reservas físicas y, en cambio, puede lucir la sabiduría que ha ido sumando al talento natural tras tantos años de profesión: su sentido del ritmo -esa exacta combinación entre la pausa y la carrera- y su visión panorámica del juego. Con el aplomo de quien ya ha desvelado todos los secretos del fútbol, Fran se puso al mando y lubricó el engranaje de todo el equipo, que jugó al dictado de lo que imponía el gran capitán: fútbol cuidadosamente pulido. Osasuna no encontró réplica. Trató de oponer una propuesta idéntica en pulcritud y buenos modales, muy propia del estilo de su entrenador, Javier Aguirre. Pero en esa clase pugna llevaba las de perder ante el Depor. Y en la letra menuda -el cierre de espacios, la seguridad defensiva y todo eso- Osasuna tampoco anduvo demasiado solvente.

Fran volcó todos sus esfuerzos asociativos en Valerón y, por supuesto, en Luque, ese punzón incansable que Irureta ha descubierto este año para su banda izquierda. Tal es la voracidad de Luque que a veces hasta puede resultar un peligro para el Depor. El equipo se transmuta en un zurdo fundamentalista que juega como si no existiese el otro flanco. Pero mientras Luque esté como está, poco importa. Sobre todo, si el inquilino de la derecha, Víctor, se adapta a la situación explorando nuevos territorios. Víctor sacó ayer un provecho sorprendente a la unilateralidad izquierdista de su equipo: cazó los dos goles acudiendo a rematar jugadas que se habían gestado en el flanco contrario. Todo eso sucedió antes del descanso y dejó la segunda parte para el castigo a Pablo García, uno de esos adictos a la estopa, expulsado por ensañarse de mala manera con Valerón.