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Reportaje:FÚTBOL | 24º jornada de Liga

El regreso del 'astronauta'

Solari, que bromea sobre la condición de 'galáctico', titular en el Madrid tras la sanción de Zidane

Diego Torres

Hay veces que a Santiago Solari (Argentina, 1976) le gustaría darle al campo unos metros más de fondo para tirar otra pared. "A veces tiramos una, otra, otra... con Roberto [Carlos], o con Zizou... y es tan lindo que dan ganas de alargar la cancha".

Esta noche ante el Valencia no estará Zidane, pero estará Solari, jugador asociativo, de ingenio, en ocasiones animador del espeso universo estelar del vestuario del Madrid. "Yo no soy galáctico", dijo una vez; "soy astronauta".

Zidane se quedará en la grada sancionado y en su lugar jugará Solari, cuya línea genealógica no es francesa pero se alimenta del mismo ADN del que aprendió el marsellés y hasta el propio enganche del equipo rival, el valencianista Pablo Aimar. Los tres heredaron una forma de jugar que se transmitió de generación en generación frente a la curva de la Herradura del estadio Munmental con Walter Gómez, el Charro Moreno, Muñoz, Pedernera, Labruna, Loustau, Di Stéfano y Sívori; Comisso, Ortiz, Díaz, y el Beto Alonso; la Bruja Berti, Gallardo, Ortega y el uruguayo Enzo Francescoli, que ya se inscribe entre los grandes próceres del River Plate y que, al pasar por el Olympique en los años ochenta, dejó su sello en el joven Zizou.

El círculo se cierra y hace que Solari y Zidane sientan la misma afinidad: en el fútbol más vale asociarse que jugar solo. Más vale una pared que una carrera. "La pared es bonita porque se disfruta y porque sirve para avanzar", dice; "y no creo que sea un recurso que la gente en Europa aprecie. El otro día me tocó estar en la grada y sentí que cuando Zidane y Roberto Carlos tiraban paredes la gente se divertía. Yo [con Ranieri y Sacchi] he vivido la experiencia del fútbol directo total. Ellos hablan de la verticalidad absoluta, una forma de llegar lo más rápidamente posible a la portería contraria. Y luego presionar y buscar el error para estar lo más cerca posible de la portería contraria... Por idiosincrasia, yo defiendo la forma de jugar de este equipo. Tanto en el River de 1996 como en este Madrid, se han conseguido mejores resultados por efectividad y por estética".

Interior, volante ventilador, extremo, wing mentiroso, o simple lateral, en sus cuatro temporadas en el Madrid, Solari ha ocupado todos los puestos cercanos a la banda izquierda. El entrenador, Carlos Queiroz, le aprecia por su talante profesional y por su versatilidad. Sus compañeros, porque cuando juega asume un trabajo defensivo que Zidane no sabe atender. Hoy actuará como interior ante Garrido, un oponente al que superó en el partido de Copa.

Puesto a ejercer de extremo pegado a la banda, Solari no ha demostrado la contundencia de Figo pero ha sido eficaz y, esta temporada ha llegado mejor a gol. En caso de que le cierren las marcas cuenta con el apoyo de Guti y Roberto Carlos, con los que busca la pared. Si estuviese Zidane, explica, la salida le vendría a la cabeza más rápido: "Hay una solución: te sacas la pelota de encima como puedes y se la das a Zidane. Hay que apuntarle más o menos al bulto, y él, cualquier cosa que le llegue la domina y te hace quedar bien".

Solari es uno de los últimos jugadores fichados por Lorenzo Sanz que todavía no renovaron contrato. Junto con César, Helguera, Guti, Salgado y Cambiasso, pertenece a una clase cada vez más reducida por los traspasos y discriminada por la política del club, que otorga privilegios a la cantera y a los futbolistas de corte mediático. En la temporada 2002-2003, el Madrid lo intentó traspasar al Inter, pero sin éxito. En el último verano, según fuentes del Lazio, el club romano le quiso fichar, pero esta vez fue el Madrid el que se negó a dejarle. Ahora Solari es fundamental para mantener el equilibrio en una plantilla corta, castigada por los minutos de competición y expuesta a sufrir bajas imposibles de suplir. "Estoy bien, pero no quiero ser el jugador número doce. Al fútbol se juega con once y si bien es fantástico que te tengan en cuenta para ser el primero que entra si falta alguno, yo quiero entrar por méritos propios".

Los jugadores del Madrid esperan un Valencia físico, lanzado directamente a buscar el roce y explotar su punto flaco: el cansancio que dejó la semana de Copa. Con este hándicap -temen los madridistas- deberán hacer frente a un equipo que utilizará la presión para quitarles el balón y el espacio. El libreto de siempre, el mismo que ensayaron con éxito en Mestalla, el que imitó el Sevilla, el Villarreal y el Valladolid.

Solari, que contra el Valladolid jugó como lateral izquierdo por detrás de Zidane, recuerda la táctica: "Los contrarios explotan nuestro flanco izquierdo deliberadamente porque atacamos mucho por allí y Zidane tampoco es un centrocampista por la izquierda al uso, de ida y vuelta. Se tira al medio y los rivales saben que por ahí tienen más espacio".

Sobre el silencio de Ronaldo, que se marchó de la Ciudad Deportiva ilusionado con volver a superar a Ayala, escuchando música bailable, reclinado en el asiento de su coche, dejándose llevar por el chófer, Solari propuso una teoría: "Supongo que si nunca pide el balón en los partidos es porque no quiere dar la alarma a los defensas".

Sobre Aimar, ex compañero del River y tercer súbdito de Francescoli en el duelo de hoy, anticipó un pronóstico: "Algún día jugará en el Madrid".

Solari conduce el balón durante un partido contra el Valencia.
Solari conduce el balón durante un partido contra el Valencia.MIGUEL GENER

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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