El Celta se libera de sus complejos
Dos goles de Milosevic le dan la victoria al equipo gallego, que sufrió en los minutos finales
Un soplo de aire fresco oxigenó el sobrecargado ambiente de Balaídos. Liberado de sus complejos y favorecido por la temerosidad de un Villarreal menor, el Celta recuperó buena parte del fútbol que se le supone, lo que le bastó para tejer una trabajada victoria, la segunda en Vigo de toda la temporada. El triunfo premió la arriesgada revolución de Radomir Antic, que se estrenaba en el banquillo del estadio céltico. El entrenador serbio trocó la asamblea detrás de la pelota por una puesta en escena sobre el campo contrario, y como resultado del dominio del balón fueron llegando las ocasiones y los goles, ambos de Milosevic.
Lo que no caduca son los problemas defensivos, que afectan de forma muy directa a su pareja de centrales, un manojo de nervios que metió al Villarreal en el partido en el segundo tiempo y condenó al Celta a unos angustiosos minutos finales.
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CELTA
VILLARREAL
Celta: Cavallero; Velasco, Sergio, Cáceres (Berizzo, m. 80), Sylvinho; Luccin; Ángel, Ilic (J. Ignacio, m. 74), Giovanella; Mostovoi y Milosevic.
Villarreal: Reina; Belletti, Ballesteros, Quique Álvarez, Arruabarena; Martí, Coloccini (Roger, min. 46), Bataglia; Guayre (Josico, m. 71), José Mari y Víctor (Anderson, m. 66).
Goles: 1-0, min. 18. Corner que saca Mostovoi y Milosevic remata picado. 2-0, min. 48. Contraataque que lanza Ilic y Mostovoi deja para Milosevic. 2-1, min. 84. José Mari prolonga un disparo de Roger y Anderson se adelanta a Cavallero.
Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Coloccini, Sylvinho, Cáceres, Ballesteros y Quique Álvarez.
Unos 22.000 espectadores en Balaídos.
Si los de casa se separaron ayer de su pasado reciente, el Villarreal se pareció al Celta de Lotina. Informado de la munición preparada por Antic, Floro alumbró un equipo para frenar a los célticos, con Coloccini alistado para la persecución entre líneas del debutante Ilic, lo que liberó a los célticos de exigencias defensivas. El grupo castellonense perdió el balón y el control del partido, que correspondió durante la mayor parte de la tarde a un Celta guiado por un inspirado Luccin. A solas en el eje del centro del campo, el francés lanzó a su equipo por los dos costados; especialmente por el izquierdo, donde Giovanella se reivindicó en el extraño puesto de interior zurdo.
El rombo trazado por el nuevo entrenador céltico en el centro del campo tuvo como resultado una desconocida presencia en el área contraria y una rápida sucesión de ocasiones, que debió permitir a su equipo zanjar el partido antes del descanso. Con Ilic bien tapado, el Celta encontró un puñado de alternativas: del empuje de Giovanella a las progresiones de Sylvinho, pasando por la satisfactoria sociedad que crearon Mostovoi y Milosevic. De esa asociación nacieron los dos goles del Celta. El primero, en un corner lanzado por el ruso y rematado por Milosevic cuando Reina había plantado la portería. Y el segundo, en un contraataque que dibujó le mejor pincelada de Ilic, que descolocó a la defensa del Villarreal con un pase de espaldas para la carrera de Mostovoi.
El segundo gol de Milosevic llegó después de que Benito Floro rectificara en el descanso y reemplazara a Coloccini por Roger. Fue una declaración de intenciones sin mayor resultado, porque el Celta fue a presionarle al borde del área y se encontró con sucesivas recuperaciones del balón antes de que su rival cruzase la divisoria. En cualquier caso, la mayor presencia en campo contrario del Villarreal permitió al Celta ensayar el contraataque, del que llegó un gol que tenía pinta de sentencia. Nada de eso. A medida que avanzó la segunda mitad, comenzó el Celta a tambalearse en el alambre, hasta que finalmente se vio arrinconado por el Villarreal.
El agotamiento de un equipo tirando a veterano, sumado a los viejos traumas defensivos que arrastra, parecieron abocarle a otra desgracia, pero esta vez el Celta sobrevivió al innecesario sofocón final.
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