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Reportaje:

Barberá intenta evitar a Roig y Soler en la negociación del estadio

En su deseo de levantar un recinto olímpico, el Ayuntamiento choca con el vacío de poder en el Valencia

El Ayuntamiento de Valencia dice tenerlo muy claro. Deseoso de obtener la sede del Mundial de Atletismo 2009, para el que ha presentado su candidatura, quiere construir un estadio de fútbol para 70.000 u 80.000 espectadores, con pista de atletismo alrededor del campo, en los terrenos municipales que posee en la Avenida de las Cortes valencianas. Son 90.000 metros cuadrados de uso deportivo que serían destinados al estadio (unos 30.000 metros, según los parámetros de Mestalla) y a aparcamientos y pabellones deportivos multiusos en los aledaños (el resto). Lo que costaría unos 100 millones. Ahora bien, ¿quiénes serían los inquilinos habituales del recinto? Pues los dos clubes de fútbol más importantes de la ciudad, el Valencia y el Levante. Y ahí comienzan los problemas.

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El más evidente es el vacío de poder que ha vivido en los últimos meses el club de Mestalla, dividido entre su primer máximo accionista, Paco Roig, y el segundo, el constructor Bautista Soler. Después de muchos titubeos, Soler ha decidido vender gran parte de sus títulos a ocho accionistas del frente anti-Roig. Además de evitar el retorno de Roig, este frente pretender conseguir un interlocutor válido ante la alcaldesa, Rita Barberá, que no ha querido negociar ni con Soler ni con Roig. Y de ahí también que Soler, empeñado en construir el nuevo recinto, haya decidido desprenderse de las acciones que adquirió en verano a precio de oro.

Entretanto, Barberá ha apelado a la fundación del club, presidida por Vicente Montesinos, vicepresidente a su vez de la Fundación Bancaixa, para que logre el consenso. De hecho, la ley de sociedades anónimas exige el acuerdo de dos tercios del capital social para la venta de un inmovilizado como sería el caso del campo. Dentro de la directiva valencianista, su director general, Manuel Llorente, líder del frente anti-Roig, está ahora dispuesto a tirar de este carro.

El primer obstáculo a salvar sería saber qué pasa con Mestalla y con el Ciudad de Valencia, propiedad del Valencia y el Levante, respectivamente. Ambos clubes esperan una recalificación al alza de los terrenos: 33.000 metros cuadrados del estadio valencianista y 46.000 del levantinista. "Nos gustaría el modelo del Real Madrid, la misma filosofía", dice un alto cargo de Mestalla que prefiere no ser citado. "Nosotros pedimos una igualdad de trato con el Valencia. No queremos convidados de piedra", replica el presidente del Levante, Antonio Blasco, que añade: "Tenemos más metros y mayor índice de edificabilidad". El índice de edificabilidad lo debe establecer el Ayuntamiento, que ya ha ordenado a sus técnicos un informe al respecto, según el concejal de Grandes Proyectos, Alfonso Grau. "Nos gustaría una licitación pública, que venga una empresa y que diga qué pagaría por los terrenos", añade Blasco. Sobre la idoneidad de la zona, la Avenida de las Cortes valencianas, el concejal de Deportes, Cristóbal Grau, es contundente: "Está bien dotada de transportes públicos y hay dos mejoras en marcha de infraestructura viaria".

El Valencia, además, presenta sus condiciones. No quiere compartir el estadio con nadie. El terreno de juego se resentiría si acogiera a dos equipos profesionales, alega el club valencianista. "Si subimos a Primera, podemos tener 20.000 abonados. Y si nos visitan el Madrid, podemos tener 40.000 espectadores", responde Blasco.

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El club de Mestalla quiere a su vez compartir la titularidad del nuevo estadio. "No queremos perder patrimonio", apunta el alto cargo. "El Valencia no es una sociedad anónima pura y dura, sino que genera una actividad social y una civilización de ocio para los valencianos. El Valencia no necesita el estadio y la ciudad sí", sentencia el dirigente, que reconoce, sin embargo, dos enormes lastres en el Valencia: una deuda de más de 130 millones y una ampliación de su estadio paralizada por la justicia. Una rehabilitación que ha costado 18 millones y cuya tribuna no se va a construir por orden judicial. Al Levante, por el contrario, no le importaría compartir el recinto.

La pista de atletismo no sería un escollo insalvable. "Hay propuestas tecnológicas para que el linier sienta el aliento del espectador aún con la pista de atletismo", explica Alfonso Grau, que cita como ejemplo el estadio del Ajax, el Amsterdam Arena, cuyas gradas retráctiles acercan al público a los jugadores en los partidos.

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