El PP aplaza sus discusiones
El PP en Cataluña ha solicitado que el refuerzo que envíe la organización durante la campaña electoral sea Rodrigo Rato, y no el presidente del Gobierno, José María Aznar. El responsable del PP catalán, Josep Piqué, mantiene un discurso moderado, que incluye el apoyo a determinadas reformas del Estatuto de Autonomía y de la Constitución española que no se compatibilizan con la línea de dureza que representa Aznar.
De hecho, durante la crisis provocada por el caso Carod, personas próximas a Piqué pasaron horas en los teléfonos intentando convencer a los populares de Madrid para que no atacaran al conseller en cap. Se trataba de conseguir que en Madrid centraran las críticas en Rodríguez Zapatero y que hablaran lo menos posible de Maragall o de Carod porque la opinión pública catalana, a su juicio, podía percibirlo como una agresión, mientras que las críticas realizadas desde Cataluña serían aceptadas sin problemas.
El régimen de Obiang, promovido por un sector de La Moncloa, cuenta con el apoyo de los petroleros de Tejas, que mantienen un vuelo directo Houston-Malabo
Poco a poco va quedando en evidencia que dentro del PP hay distintas posiciones respecto al desarrollo constitucional en los próximos cuatro años. Varios ministros han dicho privadamente que el PP no puede cerrar la puerta a la "oportunidad de construir otra larga etapa de estabilidad en España", "no puede ser el responsable de la ruptura de la convivencia" o "no puede transmitir la impresión de que estamos ante una situación muy grave, sin echar piedras sobre el tejado del partido que lleva ocho años en el poder". En todos los casos, parecen distintas maneras de reconocer que la pregonada estabilidad depende mucho más de la flexibilidad en aceptar reformas que en la negativa rotunda a plantearlas.
Otro importante sector del PP, por el contrario, defiende que se mantenga, y se cumpla, el actual discurso de dureza: no hay razones para cambiar nada. "Son el sector talibán", ironiza un miembro del Gobierno, que atribuye ese tipo de planteamientos no sólo a personalidades como Jaime Mayor Oreja, sino tambien al ministro portavoz, Eduardo Zaplana. ¿Y Javier Arenas?: "Duda".
Nuevas diferencias
Representantes del sector más moderado reconocen que Aznar está más cerca del sector talibán que de las tesis de Piqué y confiesan ignorar dónde se situa en realidad Mariano Rajoy. "Tendremos un problema si la campaña se desarrolla en términos demasiado duros, porque estamos convencidos de que después habrá que hacer lo que el sector talibán promete que no hará", asegura un destacado miembro del grupo crítico. Reconoce también que tienen problemas para "hacer pasar" ese mensaje entre las filas populares, que les reprochan estar próximos a las tesis que mantiene el "núcleo central" del PSOE y que formalmente se descalifican como "poco patrióticas". El sector moderado, que dice no tener dudas sobre la victoria de su partido, niega que se vaya a producir una batalla interna en cuanto pasen las elecciones. Pero admite que las diferencias se van profundizando y que el tema es lo bastante serio como para "marcar" el mandato del nuevo presidente del Gobierno.
Aunque las elecciones y la perspectiva de la victoria actúan como un adhesivo en el PP, algunas rendijas dejan ver puntos de vista diversos en distintos capítulos, cada vez más patentes a la espera de que Aznar abandone La Moncloa.
Esta semana, por ejemplo, el incidente de Guinea Ecuatorial ha mostrado esas diferencias. En La Moncloa existe, según admiten destacados diputados populares, un sector muy pro Obiang, representado por Ramón Gil Casares, que asesoró durante muchos años al presidente del Gobierno y que ocupa ahora la secretaría de Estado de Exteriores. Fue ese sector el que defendió el envío de dos fragatas a Guinea.
La ministra Ana Palacio, que ha asumido como propia la política africana de Gil Casares y que ha visitado personalmente Guinea (fue el primer ministro español de Exteriores que hacía un viaje semejante desde la independencia del país), tuvo que rectificar después, deprisa y corriendo, ante las críticas de quienes apreciaron que los buques llegarían en pleno periodo electoral. Era evidente que el viaje tendría una faceta intimidatoria poco defendible.
Guinea Ecuatorial, que produce unos 300.000 barriles diarios de petróleo (con las empresas Texaco, Mobil y Repsol), crece a un ritmo del 19% anual sin que ese crecimiento beneficie a los ciudadanos ni mejore el respeto a los derechos humanos. El apoyo al régimen dictatorial de Obiang se ha convertido en un nuevo objetivo de Estados Unidos, que rompió hace ocho años las relaciones diplomáticas pero que las reanudó en 2003. Guinea es ahora un buen aliado de Washington, hasta el extremo de que existe un vuelo semanal directo Malabo-Houston, la capital tejana centro de la producción petrolera de EE UU.
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