Goleadores en serie
Gracias a una preparación especial, el Atlético inunda de delanteros todas las selecciones nacionales
Los delanteros corren de modo especial. "Sólo mueven las piernas y reparten la fuerza entre las dos. Así, tras un control, se pueden marchar a un lado u otro con rapidez", explica Antonio Rivera, secretario técnico del Atlético. Es en lo primero en que se fijan los ojeadores. Así dieron con Fernando Torres, máximo goleador español de la Liga, a sus 19 años, y ariete de la selección absoluta. Tras una esquina de su cartel con una bota golpeando al balón se esconden otros siete delanteros rojiblancos internacionales en sus divisiones: Toché, Arizmendi, Álvaro y Manu del Moral, éste cedido al Recreativo; David Rodríguez, Ramos y Borja González. Otro juvenil, Alex Fernández, acaba de ser fichado por el Perugia, italiano.
Toché: "Fernando Torres es el balón y la velocidad; yo, el control y los desmarques"
El coche de José Nicolás Verdú, Toché, iluminaba la noche. Gregorio Manzano, el técnico, le había llamado para el partido de Riazor, contra el Deportivo, y la emoción le había hecho dejarse dadas las luces. Gabi, otro ascendido y convocado para el encuentro de hoy, contra el Valencia, le llamó para avisarle. Dos días después, Toché levantaba el capó de su bmw con las pinzas de la batería. A las dos semanas, ante el Sevilla, debutó.
Conocido como El Cigala por la longitud de sus piernas -"me lo llama Del Moral", protesta-, sigue a Torres. Lleva once goles con el filial, primero en su grupo de Segunda B. "El delantero tiene una parte trabajable y otra innata", dice este estudiante de Magisterio; "la intuición es básica". Jugó con Torres en el juvenil: "Él es el balón y la velocidad; yo, el control y los desmarques. El ha ido rápido; yo, despacio".
Rafael Juanes sabe mucho de balones, controles y desmarques. Una vez a la semana entrena a todos los delanteros del club. Su ayudante fue otro experto, Juan Sabas. Juanes también se encarga de "espabilar" por encargo a quienes precisan un apoyo complementario: "Les planteamos los problemas reales del juego para que deduzcan a la carrera las soluciones correctas".
En sus sesiones se juntan, por ejemplo, David Rodríguez, de 17 años, máximo goleador del Europeo júnior y Rubén Ramos, de 14, que con 99 goles batió todas las marcas el curso pasado. "Tienen que dar respuestas rápidas. Si alguien lleva el balón por la banda, deben distinguir si va cómodo o no. Si lo va, han de desmarcarse en el segundo palo; si no, cuando lo probable es que su centro sea corto, en el primero", comenta Juanes.
El padre de Rubén Ramos, montador de muebles, revisa las fichas del dominó. Como cada tarde, aguarda a su hijo en una cafetería. Ruben, extravertido y no muy buen estudiante, es uno de los que más expectativas despierta. Empezó a los siete años: "Me pasaba las horas dando patadas al balón". Su ídolo es Torres, con el que su hermano mayor llegó a jugar. "Hay que tener los pies en el suelo", reitera.
David Rodríguez es producto del esfuerzo. Jugaba de defensa, pero, al entrar en el Atlético, con once años, se fue arriba. Ya se entrena con el filial, aunque hace una temporada estaba en el juvenil B. Uno de sus técnicos, Abraham García Aliaga, le define con humor: "Aburre a los defensas. Es un cabezota. Insiste hasta que acierta". Vive en la residencia del club en Alcorcón: 70 chavales. Sus tutores les piden las notas, les confiesan y les dan "un toque" si baja su rendimiento deportivo o el escolar.
Un problema que nunca ha tenido Javier Arizmendi, subcampeón mundial sub 20 y ascendido al primer equipo junto a Toché y Gabi por Manzano. El Largo sacó 8,6 puntos en la selectividad universitaria y estudia la carrera de ingeniero de telecomunicaciones. "No soy el típico rematador", aclara; "pese a mi estatura, soy habilidoso". Admirador de Zidane, "el mejor de todos", llegó al Atlético hace dos años, desde el Coslada. Sus padres regentan un restaurante en la Latina y él advierte de que "hay que estar preparado por si no se triunfa". Pero Armando Ufarte, su técnico en la selección, cree que lo hará: "Progresa cada día y se desmarca fantásticamente por los dos lados", una máxima de Rivera y Juanes.
Álvaro del Moral jugó con Torres tres años. Se marchó del Madrid tras marcar 53 goles porque siempre se sintió "rojiblanco". De vez en cuando se entrena con el primer equipo y estudia, como su famoso compañero de quinta, administración de empresas.
El benjamín es Borja González, de 11 años, inquieto y amigo de los teléfonos móviles, en los que descubre botones insospechados. Hijo de Miguel González Bastón, el preparador de porteros, ha metido 30 goles en diez partidos y ya le han llamado para la selección madrileña: "No me parezco a nadie. Juego a mi manera. Si hay que chupar, se chupa". Y sus entrenamientos son como todos, avisa con desparpajo: "Con estiramientos y tal".
Uno de los ideologos de esta factoria de delanteros, Juanes, cuenta el sistema: "Nos entrenamos por líneas para hacer hincapié en lo específico. El objeto es desarrollar la técnica: tirar a puerta con un rival, a diferentes alturas... Hay que saber leer las opciones; aprender a buscar los espacios dentro del área, a desmarcarse, a desordenar a los defensas, a favorecer las opciones de otros compañeros...". "El de ariete es el puesto más difícil y el más cotizado", concluye Rivera.
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