_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mentiras

Todos sabemos que mentir es decir lo contrario de lo que se sabe, se piensa o se cree. También que la injuria es todo lo que se expresa con la intención de hacer perder a alguien la honestidad que en el curso de su vida ha logrado. Tomemos un ejemplo. Se me ocurre el de "los tres de las Azores". Hoy todos sabemos que mintieron. Ni Bush, ni Blair, ni Josemari dijeron la verdad. No existen armas de destrucción masiva en Irak. Se fabricaron la guerra al gusto. Todos mintieron. Sin embargo existe una diferencia. La diferencia consiste en que mientras los dos primeros hicieron lo que les vino en gana salvadora, y ahora tienen que rendir cuentas democráticas y reconocer su error, el tercero se dedica a hacer el ridículo en Estados Unidos. Da explicaciones allí y las olvida aquí. Unos responden de sus mentiras; otro las mantiene y deshonra a quien se le ponga por delante. No rectifica.

Una cosa así, por aquello de tal palo tales astillas, ha sucedido con Egmasa. El secretario del PP-A, Antonio Sanz, y dos diputados de su partido acusaron a esta empresa de la Junta de "haber desviado fondos, de malversación y ser el mayor escándalo de la democracia de la comunidad andaluza". Hoy, tiempo después, el juez ha archivado este escándalo. Ha declarado que la empresa ha actuado siempre con la legalidad en la mano. En fin, que lo mismo que en Irak no existían armas de destrucción, en Egmasa se actuaba legalmente. A pesar de todo una guerra y una honestidad machacada. Todo con base en la mentira. Ahora sí con una diferencia, mientras unos rectifican o intentan justificarse, otros se empecinan en mantenerlas aunque los muertos, la fama y el honor llamen a gritos por seguir ocupando el lugar que tenían antes de que hablaran en las Azores y en Andalucía.

A veces pienso que la democracia, sus reglas, no se ha aceptado por todos con el mismo alcance. En fin, a veces pienso que para algunos la Constitución empieza y acaba en la integridad territorial según la entienden, y se olvida el derecho constitucional al honor. Más. En fin, a veces pienso que algunos siguen votando no a toda la Constitución. En cualquier caso Egmasa esta esperando unas disculpas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_