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Físico rotundo y escasa técnica

El fútbol húngaro parece anclado en las generaciones que firmaron los subcampeonatos mundiales de 1938 y 1954. Su panorama es ahora desolador por la mala gestión de los clubes, sin recursos económicos para formar a los jugadores. Quizás por eso se depositaban las esperanzas en jóvenes como Miklos Feher, internacional.

La ambición de cualquier promesa en el país de Puskas es incorporarse a alguna Liga más competitiva. Era la de Feher cuando, a sus 19 años, supo que ojeadores de Oporto estaban siguiendo sus actuaciones en el modesto equipo de su ciudad natal, el Gyor. Los técnicos lusos veían en él una alternativa a Jardel, el goleador brasileño que entonces, 1998, antes de su declive emocional, era el rey de Das Antas. De hecho, sus características se asemejaban: centímetros y músculos en un físico rotundo que le daba mucho potencial aéreo y que contrastaban con su escasa técnica con los pies.

Feher estaba ante la oportunidad de su vida. Pero su primer curso y medio en Oporto estuvo lleno de sinsabores: eterna suplencia, pocos minutos. Sólo se revalorizó con una cesión al humilde Salgueiros, con el que en la campaña 1999-2000 marcó goles importantes para eludir el descenso. Le esperaba otra cesión: esta vez, al Sporting de Braga, donde firmó su mejor balance: 14 goles en 26 partidos.

Su representante, José Veiga, el antiguo de Figo, no mantenía buenas relaciones con la directiva de Oporto, que recuperó a Feher para que cumpliera su último año de contrato, pero relegándole al cuadro filial al no llegar a un acuerdo para la renovación.

Libre finalmente de compromisos, Feher fichó por el Benfica. Marcó cuatro goles en su primer curso y tres en los 13 encuentros jugados en el presente. No era una opción preferencial en las alineaciones de José Antonio Camacho, pero seguía aferrado a su objetivo de triunfar.

Hace dos semanas fue noticia porque Oporto reclamaba precisamente al Benfica seis millones de euros por sus derechos de formación. Una comisión de la Liga Profesional sentenció que sólo se pagasen 600.000. La tragedia ha zanjado la discusión.

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