Mágicos

Madrid tiene salida al mar por la plaza del Ángel. Es un misterio que acontece cada ciertos meses, cuando este septeto hispano-argentino convoca en el Central a una nómina de incondicionales cada vez más abultada.

El ENT es el responsable de un sortilegio portentoso, un ejercicio de magia evocadora que inyecta el aroma a puerto y arrabal en el corazón mismo de la metrópoli mesetaria. Veneran al maestro Piazzolla (estremecedora su lectura de Adiós nonino), pero también al viejo Aníbal Troilo; y Egozcue aporta un puñado de bellísimas melodías propias que remiten a Ralph Towner, Paul McCandless o Egberto Gismonti.

Su inminente segundo disco, Tango directo, con suculencias como Manu o Chau -perezosa como una tarde de infancia-, debería elevarlos al reino de la gloria. Eso si en los territorios de la música popular aún habitara la justicia.