Los túneles verdes de la sierra

A principios del siglo XIX, se ideó la construcción de una vía férrea en la sierra de Cádiz. Una centuria después, comenzó a ejecutarse el proyecto. Otros cien años más tarde, existen el trazado, las estaciones y los túneles que atraviesan los montes. Pero los únicos medios de locomoción que pasan a través de ellos son las bicicletas y los coches particulares de aquellos afortunados que tienen un cortijo allí. Es la Vía Verde de la Sierra, que transita por el antiguo ferroviario Jerez-Almargen, de la que se han recuperado 36 kilómetros que transcurren entre las estaciones de Puerto Serrano y la de Olvera. Seis rutas rodeadas de vegetación y muchos túneles. En algunos tramos parece que no existe vida humana.

El recorrido es fácil (y largo), aunque tiene algunas cuestas, así que está recomendado para mayores y niños. Y tan niños, porque hasta Carlos Elorza, de cuatro años, ha sido capaz de recorrerlo en bicicleta. El pequeño es miembro de un grupo de amigos y familiares que más de un fin de semana se recorren la Vía Verde. Se les puede ver durante el atardecer en el merendero donde se inicia el camino, con nada más y nada menos que 21 bicicletas que tienen que llevar hasta Puerto Serrano en una furgoneta. El fin de semana pasado, Álvaro Joly, de 10 años, y sus amigos Ana y Javier Utrera, de 7 y 12 años respectivamente, se recorrieron toda la Vía entera, de principio a fin. Tres horas en bicicleta, y aún les quedaban fuerzas para jugar.

Son niños y son valientes. Porque este camino no es indicado para claustrofóbicos. A lo largo de 36 kilómetros hay 30 túneles, y algunos llegan a alcanzar un kilómetro de largo. Yolanda García y Roberto Prados, granadinos y residentes en Sevilla, ambos de 37 años, recorrieron unos nueve kilómetros de vía, dos horas y media de ida, dos horas y media de vuelta. "La verdad es que esto es muy curioso, porque tiene muchos túneles", decía Roberto. Colorada por el esfuerzo y el sol, Yolanda no parecía muy conforme: "Pues a mí no me ha gustado. Porque me da agobio, tengo un poco de claustrofobia..." Aun así pasaron varios, uno de ellos el túnel de la Reyerta, el segundo de la Vía. A través de sus muchos agujeros y grietas entra el sol, y al fondo se ve el verde del camino. Mucho más oscuro y misterioso es el primero. Para verlo desde fuera hay que desviarse y subir una pendiente. Es el túnel de El Indiano, pero no se puede atravesar porque a veces sufre derrumbes.

Atravesando varios pasos subterráneos, Yolanda y Roberto llegaron hasta el lugar donde se encuentran los ríos Guadalete y Guadalporcún. Pero no vieron el viaducto sobre este último río, ya en la segunda etapa de la Vía. Una vez pasado, un desvío a la derecha muestra un enorme árbol centenario con una copa que mide más de 20 metros de diámetro. Otro de los lugares que merece la pena no perderse es el peñón de Zaframagón, una de las mayores buitreras del país, que se puede ver desde un viaducto tras recorrer unos 20 kilómetros. La rehabilitada estación de Zaframagón pronto albergará un observatorio de aves. El recorrido concluye en la estación de Olvera, en cuyo edificio se ubica un hotel y un restaurante. A un kilómetro está el pueblo de Olvera. Para que el que le queden fuerzas para visitarlo.