Mamoun al Hudeibi, dirigente de los Hermanos Musulmanes

Mamoun al Hudeibi, máximo dirigente de los Hermanos Musulmanes, murió el 8 de enero a los 83 años de edad en El Cairo, según fuentes de esta organización proscrita, considerada una de las más influyentes de Egipto. Al Hudeibi murió en la madrugada del jueves en un hospital de la capital egipcia cuando era sometido a análisis clínicos.

Los sesenta miembros del Consejo Consultivo de la organización, máxima instancia dirigente, han decidido nombrar presidente interino a Mohamed Hoilala, el miembro más anciano, hasta la elección de su sustituto en un plazo no superior a los dos meses.

Al Hudeibi, hijo de otro antiguo dirigente de la organización, llegó a la jefatura de los Hermanos Musulmanes en 2002, en sustitución de Mustafá Mashour. Había estado en prisión desde 1965 hasta 1971, durante la presidencia de Gamal Abdel Nasser, que reprimió con dureza a los integristas, y fue liberado por el siguiente presidente, Anuar el Sadat, en una época en la que se produjo un cierto deshielo. El dirigente era uno de los críticos más acerbos de la política del actual presidente de Egipto, Hosni Mubarak, por los estrechos lazos que ha establecido con Estados Unidos y por su acercamiento a Israel.

Los Hermanos Musulmanes son la agrupación política más antigua e influyente de Egipto. Creada por Hasan al Bana en 1928, fue prohibida por Nasser en 1954, al descubrirse un complot para asesinarlo por parte de miembros de la organización, y nunca desde entonces recuperó la legalidad. En los últimos años ha gozado de una especie de semitolerancia, ya que varios de sus dirigentes están en activo y mantienen contactos políticos y hasta diplomáticos, pero las redadas contra sus miembros son periódicas y hay cientos de militantes en prisión.

El grupo siempre se ha declarado contrario a la violencia, y es muy influyente en las asociaciones estudiantiles y profesionales, pero, a pesar a todo, el régimen los persigue apoyándose en la Ley de Emergencia, vigente desde hace 23 años y considerada por los grupos de derechos humanos como la coartada de una represión incesante.

Cerca de 50.000 personas acudieron a los funerales que se celebraron el viernes 9 en Naser, ciudad situada al este de El Cairo, y fueron vigiladas por numerosos policías que rodeaban las inmediaciones de la mezquita de Raba al Adwiya en un barrio residencial donde el movimiento tiene gran implantación.

La muerte de Hudeibi marca un hito en una organización en la que se enfrentan dos facciones, los tradicionalistas, formada por los miembros integristas de más edad, muy enfrentados con el Estado, y los reformistas, más jóvenes y a favor de una mayor participación en la vida política.

"Hudeibi era el último rostro conocido en el ámbito nacional y en el internacional," afirma Diaa Rashwan, un experto en grupos islámicos del Centro Al-Ahram para Estudios Políticos y Estratégicos. "Hay otros dirigentes, pero en su mayoría ni siquiera son conocidos entre los miembros del grupo".-