Shevardnadze: "No se acaba con la corrupción en un día"
Eduard Shevardnadze, derribado a fines de noviembre pasado, confiesa que ha votado a Mijaíl Saakashvili, quien obtuvo ayer un triunfo abrumador en los comicios presidenciales. El ex jefe de Estado recibió a un grupo de cinco periodistas extranjeros, entre ellos EL PAÍS, en su residencia de Krtsanisi, y confesó que quiere que las nuevas autoridades le permitan seguir viviendo allí, donde puede trabajar con comodidad en sus memorias.
"Mi principal logro es haber construido en Georgia una sociedad democrática, con todos sus atributos: respeto a los derechos humanos, libertad de expresión y de prensa", dijo. El veterano político aseguró que Saakashvili no atentará contra las bases sentadas por él. "Si lo hiciera, el país retornaría a los años noventa, cuando nada funcionaba y todo estaba destruido".
"Saakashvili es un líder de talento, pero incluso para gobernar un pequeño país como éste se necesita experiencia. Debe encontrar un lenguaje común con la sociedad. Y comprender que no se puede terminar con la corrupción ni en un día ni en un mes, ni siquiera si encarcelas a todos los ministros. Este problema no se puede resolver sólo con medidas represivas. Hay que privar a la corrupción de su base y aprobar las leyes necesarias para ello", recalcó.
Shevardnadze asegura que no lamenta haber dimitido. "Por supuesto que habría sido mejor resolverlo todo en el marco de la Constitución y realizar las elecciones en el plazo establecido en ella.
Pero en ese momento no podía actuar de otra manera, porque existía el peligro real de un derramamiento de sangre. Cuando comprendí que si ordenaba utilizar la fuerza habría enfrentamientos y muchas víctimas, preferí irme", dijo sonriendo.
Su época más interesante, confiesa, es cuando fue ministro de Exteriores de la URSS. "Participé en la reunificación de Alemania, en la liberación de Europa del Este, en la democratización de la URSS y en la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán". Precisamente por eso en Rusia no es popular, opina. "Me acusan de haber desintegrado la URSS y muchos quiesieran verla restablecida. Pero no creo ser impopular en Georgia, aunque algunos lo aseguren. En una década logramos hacer lo que otros países envidiarían -reformar la economía y democratizar el país- y seré más popular a medida que pasen los años".
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