El teatro de 2003: balance y arqueo
Se acaba 2003, y pese a las carencias de siempre -pocas obras nuevas, o pocos promotores dispuestos a darles cancha; funciones que pasan celéricas por una cartelera saturada; más atención a lo "grande" que a lo auténtico, etcétera- la verdad es que la cosecha de estrenos ha sido notable. Lo que leerán a continuación es una selección (personalísima y casi telegráfica) de los mejores trabajos del año: quizá falte alguno, y ustedes disculpen, pero seguro que no sobra nadie de los aquí presentes a la hora del balance y el arqueo.
1. Señoras primero. Nueve intérpretes ocuparían la palestra de mejores actrices del año. Por orden de aparición en escena: Emma Vilarasau, madre alucinada en L'abitació del nen, la feroz tragedia de Benet i Jornet en el Lliure, a las órdenes de Sergi Belbel; Norma Aleandro, la gran Mrs. Campbell de Querido embustero, de Jerome Kilty, dirigida por Sergio Renán en el Marquina; Yolanda Ulloa, por llevar al huerto en todos los sentidos al caballero Diderot (Andrés Lima) en El libertino, de Eric Emmanuel Schmitt, la perla de la temporada de la Abadía, a las órdenes de Joaquín Hinojosa; Lina Lambert, la espléndida adúltera de Traición, de Pinter, en la Sala Muntaner, dirigida por Xavier Albertí; Vicky Peña, desgarrada Clitemnestra en la Electra adaptada por Sanchis Sinisterra y presentada en el Grec por Antonio Simón; Maribel Verdú, la inquietante manipuladora de Por amor al arte, de Neil Labute, montada por Gerardo Vera en el Albéniz; Ana Marzoa exhalando verdad en El precio, de Miller, estrenada en el Romea con dirección de Jorge Eines; la sabiduría de Rosa Novell intentando recuperar a su joven amante en Zona Cero, otro estreno de Labute (teatro Borrás), en puesta de Mario Gas. Cerrando el año, Rosa María Sardá como la sardónica y desesperada agonizante de Wit, de Margaret Edson, también en el Borrás de Barcelona, a las órdenes de Lluís Pasqual, y pronto en gira por toda España.
2. Champions League. También nueve superactores, sin orden y en concierto: José María Pou, magistral por partida triple en Celobert ("Skylight"), que vuelve al Romea de Barcelona, y The Judas Kiss, ambas de David Hare, dirigidas por Ferrán Madico y Carles Canut, así como -pronto hablaremos- su transfiguración en Bartleby, de Melville, en Temporada Alta (Girona). El gran retorno de Gerardo Malla como el padre de Las bicicletas son para el verano, de Fernán-Gómez, que se alza en esta página como mejor revival de la temporada: recoge el premio Luis Olmos en el escenario de La Latina. Carlos Hipólito, un arrasador Don Juan en El burlador de Sevilla, de Tirso, y uno de los mejores trabajos de dirección de Miguel Narros, en el Pavón/CNTC. Angel Pavlovsky, otro regalo de la naturaleza, por su monologazo Oíd, mortales en Teatreneu. Carles Canut, descomunal en Mestres Antics, de Thomas Bernhard (Romea, Xavier Albertí), de aquí a tres días -¡corran a aplaudirle!- en la sala pequeña del María Guerrero. Gonzalo Cunill, inolvidable "Oficiante del Duelo" en la versión catalana de The Designated Mourner, la obra maestra de Wallace Shawn, una gran dirección de Carlota Subirós en el Espai Lliure. El veteranísimo Juan José Otegui como el invicto Gregory Solomon de El precio. Pep Tosar, el marido engañado y engañador de Traición. Y, por último Julio Manrique, el desbordante Mercutio del Romeo i Julieta dirigido por Josep María Mestres en el Lliure.
3. Postales argentinas. Feliz invasión y altísima calidad general. Palmarés a compartir para el soberbio terceto de Art (Ricardo Darín, Óscar Martínez, Germán Palacios), primero en el Infanta Isabel y actualmente en el Novedades barcelonés; el reparto de Made in Argentina (Víctor Laplace, Ana María Picchio, Soledad Silveyra, Hugo Arana), el portentoso Miguel Ángel Solá eternizándose en el Bellas Artes con Hoy: historia de Adán y Eva; el sleeper de Los Modernos (Pedro Paiva & Alejandro Orlando), medio año en cartel con Breve desconcierto breve en Teatreneu (Barcelona). Y, gentileza de Temporada Alta (Girona), las visitas de dos "padres fundadores": Ricardo Bartís, autor y director de Donde más duele, y Eduardo Pavlovsky, a caballo entre Gassman y Bódalo, con Potestad.
4. El director es la estrella. Año de afianzamiento y plenitud para Roger Bernat: disuelta General Elèctrica, su comando operativo, ha multiplicado sus propuestas con el ciclo Bona Gent (siete espectáculos para una "psicogeografía emocional"), el contundente Bonas intencions y, también en el Lliure, el recientísimo y autobiográfico La la la la la. Otro pulpo polimorfo, el argentino Javier Daulte se ha ganado a público y crítica con tres espectáculos repletos de talento e imaginación: Gore y Bésame mucho, en el Principal de Barcelona, y 4D Óptico, en el Espai Lliure. Hablando del Lliure, su flamante responsable, Àlex Rigola, ha conseguido llenarlo noche a noche con su cinemascópica puesta de Glengarry Glen Ross, de Mamet, uno de los espectáculos más brillantes del año que acaba, con un fenomenal reparto, encabezado por Joel Joan, Joan Carreras y Andreu Benito. Otra compañera generacional, Marga Puyo, firmó el mejor montaje de Neil Labute que se haya visto en España: Excés ("Bash"), gentileza del TNC. Joan Ollé, en funciones de hermano mayor de la Nueva Tropa Catalana, se lleva el Premio Frégoli por su fugaz pero memorable La hora en que nada sabíamos unos de otros, de Peter Handke, en el Mercat de les Flors: 18 actores-bailarines mutando en 400 personajes. Y el otro gran regalo del Festival Grec: El Mestre i Margarida, de Bulgakov, una caja de sorpresas presentada por Xicu Masó y un equipo en estado de gracia. ¿A qué esperan estos trabajos para girar por España?
5. Comedy Tonight! Seis grandes comedias para esponjarnos el alma: ya citada, El libertino, de Eric Emmanuel Schmitt, en la Abadía. En el Príncipe, la perla negra de Joel Joan y Jordi Sánchez: ¡Excusas!, dirigida por Pep Anton Gómez, que ya la montó en Barcelona, y con un cuarteto impecable: Pepón Nieto, Luis Merlo, Ana Labordeta y Melani Olivares. En el TNC, el bombazo de El método Gronhölm, de Jordi Galcerán, la indudable comedia del año dirigida por Sergi Belbel y protagonizada por Jordi Boixaderas, Lluís Soler, Roser Batalla y Jordi Díaz. Cerrando temporada, otro golazo de Belbel, también en el TNC: el clásico Primera Plana, de Hecht & McArthur, con Boixaderas y Jordi Bosch al frente de una efervescente e hiperconjuntada compañía. Desde el sur, el esperado retorno de las sulfúricas sevillanas Valiente Plan (Lola Botello, Carmen León, Paqui Montoya) con La calle del infierno, de Antonio Onetti (Club Capitol, Barcelona), a las órdenes de Pepa Gamboa. Y (acabo de verla y aplaudirla) un diamante grande como el Ritz: el merecido superéxito de Como en las mejores familias, de Bacri & Jaoui, reventando el aforo del Marquina.
6. Asuntos Exteriores. De las abundantes compañías foráneas que nos han visitado este año, no creo que nadie pueda regatearle el premio al mejor espectáculo extranjero a La Trilogie des Dragons de Robert Lepage y su banda del Théatre Répére, el más fascinante viaje ofrecido por el Festival de Otoño. Recordemos también la fulminante puesta en escena de Shopping and fuckin', de Mark Ravenhill, por el experto centrifugador Thomas Ostermeier, al frente de la Schaubühne de Berlín, que asentó sus reales en el Lliure. Calixto Bieito nos trajo su Hamlet servido por la Birmingham Rep, donde destacaban tres intérpretes de aúpa: Diana Fletcher, Rachel Pickup y Karl Daymond.
7. Música y maestros. Ante la avalancha de megamusicales con el "ande o no anda, la burra grande" como lema, yo me quedo una y mil veces con las propuestas de pequeño formato, tal que Jugant a Rodgers, dirigido por Daniel Anglés, en el Versus de Barcelona. O la relectura de Carmen, casi un West Side Story a la andaluza, manufacturada por Ramón Oller y la compañía Metros en el Lliure. Y, sin dudarlo, la programación del Teatro de la Zarzuela. Cuatro clásicos populares: El niño judío, con la troupe Castejón en inmejorable forma; La Rosa del Azafrán, nuestro Oklahoma, revisitada por un inspiradísimo Jaime Chávarri, y la deliciosa y aventurera Los sobrinos del capitán Grant, con Paco Mir emulando a Rambal. Que, por cierto, hizo doblete (Mir, no Rambal) en el Victoria de Barcelona con La Generala, liderada por Antoni Comas, el fantástico tenor fetiche de Carles Santos: su impresionante media hora final en El compositor, el cantant, el cuiner i la pecadora en el TNC, interpretando desde la otra orilla el Requiem por Meyerbeer de Rossini, fue una de las cumbres del teatro musical visto esta temporada.
8. Revelaciones. Tres bonitos galardones: se los llevan Andrés Herrera, un pura raza imantando SuperRawal, la adaptación de Suburbia, de Bogosian, cocinada por Marc Martínez y Roger Casamajor en el Principal de Barcelona; Anna Ycobalzeta, la stripper adolescente de Acosta't ( "Closer"), de Patrick Marber, dirigida por Tamzin Townsend en la Villarroel, y Patricia Paisal, una estrella en ciernes del teatro musical, descollante en Jugant a Rodgers.
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