"Me ha besado lo mejor del cine español"
Pregunta. No irá usted a poner esto hecho un solar.
R. ¿Por qué?
P. Es que la he visto en televisión diciendo que tiene pérdidas de orina, y anunciando que lleva no sé qué en el bolso.
R. No [ríe]. Yo todavía no tengo esa necesidad... Bueno, sí, para qué nos vamos a engañar. Yo me río mucho. Y me pasa como a mi madre: que cuando me río, se me escapa.
P. Su último galardón, la medalla de oro de la Academia del Cine. ¿Se la merece?
R. Sí. Para qué vamos a andar con tonterías.
P. Está usted estupenda. ¿Quién es su cirujano?
R. El Señor. Es genético, hija. Papá y mamá.
P. ¿Es pecado defraudar a Hacienda?
R. Enorme. Ése quizá sea uno de los pecados más grandes que existen.
P. ¿Y de los peores que usted ha cometido?
R. Yo, como soy creyente, hago examen de conciencia y acto de contrición, y no tengo por qué contárselo a usted.
P. Pero se lo tuvo que contar al ministro Montoro.
R. Al ministro Montoro hay que contárselo todo, porque si no te mete en la cárcel. Eso es otra cosa.
P. Fue una especie de mito del franquismo. Un icono del régimen.
R. Pues no lo sé, pero tampoco me parece mal. Yo soy una actriz querida y respetada con todos los regímenes, y, además, asumo mi vida.
P. ¿Es cierto que a usted la hizo progre Juan Diego?
R. A ver... Pues sí. Quizá fue más bien Buero Vallejo, con La llegada de los dioses. En esa obra coincidí con Juan, y de ahí, a empezar a batallar por el día de descanso.
P. ¿Quién es el galán más macizo que ha pasado por sus brazos artísticos?
R. Me ha besado todo lo mejor del cine español, y además divinamente. El más macizo quizá fuera Alberto Closas.
P. ¿Y por sus brazos no artísticos?
R. Francisco Marsó.
P. ¿Los hombres son gente de fiar?
R. Pobrecitos. Los hombres están tan confundidos con los avances que estamos dando las mujeres... ¿Cómo lo solucionaremos? Pues como siempre: luchando, hija mía.
P. No parece usted tan borde como dice ser.
R. Soy muy borde, sí. Tengo muy mal genio, incluso un carácter endiablado. Pero no creo yo que cambie a los 64 años, confesados, asumidos y con muchísima rebeldía.
P. Y dice que sin cirujano.
R. Bueno, no. Vamos a decir la verdad, Conchita. Sí: Yo una vez me corté la barbilla.
P. Ya vamos entrando en razón. ¿Hasta dónde llega cuando coge el cesto de las chufas?
R. Uy, por Dios. Hasta tirar cosas a la cabeza de mi marido.
P. Dice que, desde pequeña, le angustia no tener tiempo para rectificar. ¿Qué cambiaría?
R. He vivido siempre muy deprisa. Cambiaría darle a mi madre todos los besos que me pedía. Su recuerdo me hace llorar. Y ahora lloro mucho.Debe de ser de la edad [ríe].
P. O sea que, aparte de perder por abajo, también pierde por arriba.
R. Pierdo por todas partes, hija mía.
P. "Nadie me hace mimos". ¿Ha hablado con George Clooney o con Hugh Grant, a ver si lo arreglamos?
R. No les conozco de nada. En mi casa tengo quien me haga mimos, lo que pasa es que no me dejo. Soy autosuficiente desde muy pequeñita.
P. ¿Sigue durmiendo con su perra, para dormir acompañada?
R. No. Ahora duermo más con Marsó. Y espero que no volvamos a meter la pata.
P. ¿Y la perra? ¿Celosa como una perra?
R. Está ahí, entre nosotros. Y además, con el perro grande. Tenemos una cama que parece un palco de un teatro. Nos la hicimos a propósito para dormir todos juntos.
P. En muchas de sus entrevistas de cualquier época hay dos palabras: miedo y sola.
R. Siempre he tenido miedo a la oscuridad. Y claustrofobia. Y, sobre todo, miedo a la soledad.
P. ¿Qué es lo que menos perdona?
R. La infidelidad.
P. ¿Qué haría por despecho?
R. Ya lo he hecho. He cometido los errores más grandes, como contar lo que no debía sobre mi vida. Soy tremendamente celosa.
P. ¿Qué quiere ser de mayor?
R. Buena.
PERFIL
Con 64 años y dos hijos, confiesa que lo que más le gusta es "ser ama de casa: ir a la compra, poner tapetitos, todo muy ordenado", y también fumar y beber whisky. Se identifica con David Trueba, que ha dicho que es por fuera una chica sin complejos y por dentro un argumento de Dostoiewsky. Su político favorito es Felipe González.
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