Alma brasileña, cuerpo de juvenil
El intermitente Jesuli ha aprovechado las lesiones de Edu y Mostovoi para tirar del Celta, como demostrará esta tarde ante el Barcelona en Balaídos
De Jesuli se ha dicho que es incapaz de marcar un gol feo, y posiblemente no exista mejor definición para el ingenioso centrocampista del Celta, un jugador que vive los partidos agazapado, como si reservara sus frágiles energías para la explosión final. Pocos futbolistas dan tanto lustre como él a los resúmenes de televisión, aunque sus entrenadores no paren de recordarle sus deberes defensivos y de afearle su irrefrenable tendencia a borrarse de los partidos. Ésta temporada está respondiéndoles con más goles, que lo mismo sirven para lanzar al Celta en la Champions como para evitar el desastre en Liga y Copa; goles cada vez más decisivos y, por supuesto, todos ellos inevitablemente hermosos.
No ha de ser casualidad que a Jesuli (Sevilla, 1978) le diera en su día por celebrar sus tantos luciendo una camiseta con el nombre de Jesulinho, con la que reivindicaba esa manera lúdica de entender el fútbol que se asocia a los compatriotas de Pelé. La suya es de hecho un alma brasileña en el cuerpo de un juvenil, con esos 63 kilos que le condenan a la filigrana frente a los voluminosos defensas. Jesuli no es de los que creen que la línea más corta entre dos puntos sea la recta, y procurará siempre enredar a sus rivales en trampas urdidas por su inagotable imaginación.
En un Celta aquejado de sequía, la fantasía de Jesuli resulta, además de rentable, la principal fuente de la que hoy bebe la afición del equipo celeste. Por paradojas del juego, un anarquista del fútbol explota durante el mandato de un incondicional de la táctica como Miguel Ángel Lotina, que nunca ha ocultado su admiración por el sevillano. En el fondo, Jesuli es de los pocos futbolistas que han encontrado su verdadero pedazo de campo con el entrenador céltico, merodeando detrás de Milosevic por unos dominios en los que antes reinaban Edu y Mostovoi.
Lesionado el brasileño y ausente física y mentalmente el ruso, Jesuli no ha dudado en aprovechar el vacío de poder para escapar del corsé de la banda derecha.
En su cuarta temporada en el Celta, que pagó seis millones de euros al Sevilla por su fichaje, la emergente estrella celeste ya suma casi tantos minutos como en todo el curso anterior. A los seis goles anotados entre unas competiciones y otras, añade esta vez ocho asistencias, otra prueba más de que ahora sí ha decidido tirar del carro. A pesar de ello y de no parar de reivindicarlo para la selección, su entrenador todavía no las tiene todas consigo, quizás porque conoce como pocos la facilidad de Jesuli para la dispersión. Así, Lotina no dudó en apartarlo del equipo titular cuando, en vísperas de un partido de Champions, estrelló su Jaguar de madrugada en la Gran Vía de Vigo, sin mayores consecuencias para él ni para las tres chicas que le acompañaban. Un accidente que, bien mirado, es una metáfora de su fútbol distraído e incierto.
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