Brasileños de verdad

No engañarían a ningún aficionado aunque trataran de camuflarse con unas camisetas a rayas. Su íntima relación con el balón les delata. Son brasileños. Los jugadores que dirige Marcos Paquetá, el técnico que ganó el Mundial sub 17 a España el verano pasado en Helsinki, responden al perfil que se supone a cualquier buen jugador de ese origen: gran nivel técnico, físico elástico y un enorme potencial de imaginación a la hora de combinar la efectividad con el carácter más lúdico y creativo del juego.

Este Brasil llegó a la cita de los Emiratos Árabes con las ausencias de jugadores importantes, como Diego y Robinho, del Santos, a los que su club no quiso ceder. Pero contaba con valores seguros, como la pujanza física del lateral sevillista Daniel Alves. Y también con serias dudas, como el precario estado de su delantero Dagoberto, del Atlético Paranaense, llamado a ser la estrella de un torneo en el que apenas ha podido mostrar su gran habilidad por culpa de un esguince de tobillo.

Pero cualquier selección brasileña es siempre un atractivo escaparate de buenos jugadores a descubrir. Y en esta ocasión también los tiene.

Dudu Cearense (Fortaleza, Ceará; 1983) es un volante central de largo recorrido que amenaza con convertirse en el máximo goleador si hoy logra marcar. Roba balones en el medio campo y llega al área rival con la misma facilidad que anota. Ya lleva cuatro tantos. Con un repertorio variado: disparando desde fuera del área, tirando una pared para resolver después con frialdad ante el portero o rematando de cabeza un córner en el primer palo, como hizo en el encuentro de las semifinales contra Argentina.

Esos goles, sus llegadas y su constante capacidad de brega le convierten, según los responsables del Grupo de Estudios Técnicos de la FIFA, en el principal candidato para ser nombrado el mejor jugador de la competición. Su club, el Vitoria de Bahía, dice haber rechazado una oferta de uno inglés, superior a los cuatro millones de dólares, por su traspaso.

Tampoco le faltarán pretendientes al zurdo Daniel Carvalho (Pelotas, Rio Grande do Sul; 1983). Se trata de un veloz extremo capaz de desbordar y centrar con precisión desde cualquiera de los costados. A su humillante muestrario de regates, perfeccionados con su reconocida afición al fútbol-sala, suma una interesante precisión en los lanzamientos de falta. Ha marcado tres goles. Ya titular en el Internacional de Porto Alegre, mitiga con la pelota el mal trago que le supuso el divorcio de sus padres y se muestra seguro de la capacidad ofensiva de su selección. "Marcamos goles en todos los partidos. En la final no puede ser diferente", declara.

Similar confianza en su juego exhibe el finísimo Kléber (Osasco, São Paulo; 1983), un segundo delantero que cubre todo el frente del ataque con una dinámica inteligente y un cambio de ritmo demoledor. Vive del freno y la arrancada y es capaz de sentar a su marcador con un golpe de cintura o de tirar paredes a velocidad de vértigo con Nilmar, su socio en la línea ofensiva. Va a seguir los pasos del interista Kaká, que fue compañero suyo en el São Paulo. Ya ha dado el salto al fútbol europeo: acaba de ser traspasado al Dinamo de Kiev por 2,2 millones de dólares.

Estos tres garotos (muchachos) definen el estilo de una selección que ataca mejor que defiende. Denominación de origen. Ese inequívoco aroma del jogo bonito que tantos recuerdos le evocará al seleccionador español, Jose Armando Ufarte, que se inició futbolísticamente en Brasil.