Sin alternativas a los atascos
El trayecto entre Rincón de la Victoria y la capital carece de vías opcionales válidas
En días de lluvia, como los pasados jueves y viernes, el trayecto desde el centro de Málaga hasta la población vecina de Rincón de la Victoria, que hacen centenares de trabajadores que han elegido esta población para residir, no tiene alternativas. Las rondas están completamente saturadas, entrar en ellas es aventurarse a un gran atasco. Lo normal es coger el camino tradicional, atravesando el eje litoral del este de la ciudad desde la Plaza de la Marina por el Parque y el paseo marítimo que atraviesa La Malagueta, Pedregalejo y El Palo. No es que aquí no haya atascos, pero el tiempo empleado siempre suele ser más corto, además, siempre se camina hacia delante.
Por el parque se transita en cola, a marcha muy lenta, pero se avanza. La circulación se entorpece en la rotonda de Torrijos, donde se unen los vehículos que proceden del túnel de La Alcazaba, que aunque no pueden girar lo hacen, y del paseo de Reding, donde está el palacio de justicia. Hay que esperar por el semáforo que regula el acceso al Paseo de los Curas y a Cánovas del Castillo para enfilar La Malagueta. Los coches bloquean el paso a quienes quieren seguir recto y no tomar este giro hacia el mar. Es el primer gran parón del recorrido. No se han recorrido ni 500 metros y ya ha pasado un cuarto de hora. Se piensa en la alternativa, pero se desecha. Coger la ronda supone retroceder a través de la Avenida de Andalucía, muy saturada, y salir a la circunvalación oeste en el nudo del centro comercial Alameda, carril que conduce al atasco diario llueva o no del carril derecho, ése que según los datos del Ministerio de Fomento está saturado durante 12 horas diarias.
Por fin el turno verde del semáforo del cruce del Paseo de los Curas permite salir. Por Cánovas del Castillo el ritmo de la marcha es aceptable y el tránsito por el paseo marítimo Pablo Picasso obliga a parar en los numerosos semáforos, pero en apenas cinco minutos más se alcanzan los Baños del Carmen. El estrechamiento de la vía, ahora de dos carriles produce un nuevo embudo. La marcha es intermitente, sin paradas prolongadas. Por fin se pasa El Palo, pero la travesía urbana ha ocupado ya 35 minutos y apenas se han recorrido siete kilómetros.
Tras superar la rotonda de la playa de El Dedo, por fin se puede acelerar un poco, ahora lo peor es el firme y la traza de las curvas junto al Club Náutico de El Candado. Entre La Araña y La Cala se vuelve a circularse despacio; es ya carretera, pero apenas hay oportunidad de sobrepasar los 50 kilómetros a la hora. Superado este nudo, todo parece normal, fluido. Han pasado casi 50 minutos en un trayecto que no debería suponer ni 20.
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