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Reportaje:CIENCIA FICCIÓN

Conexiones biológicas hacia los nuevos mundos virtuales

LA REINA DE LOS JUEGOS GÉNICOS, Allegra Keller (Jennifer Jason Leigh), la diseñadora de videojuegos más famosa del momento, se dispone a presentar en público su última creación: eXistenZ. El lugar escogido: una iglesia, por si alguien ha dudado alguna vez que los videojuegos son la religión del futuro. Y por aquello de que se hace camino al andar, nada mejor que escoger, de entre la entregada audiencia, a 12 voluntarios para probarlo. Justo cuando empiezan a jugar, Allegra es víctima de un atentado. La chica sale huyendo acompañada del joven Ted Pikul (Jude Law), el inepto encargado de la seguridad del evento, y se lleva consigo la única versión intacta del juego.

En eXistenZ (1999), filme del siempre inquietante y controvertido David Cronenberg, el manoseado tópico de la distinción entre lo real y lo virtual, adquiere nuevos matices. La película, que se llevó el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín de 1999, explora la unión de lo orgánico con lo inorgánico, una de las obsesiones de su director.

"eXistenZ no es, en palabras de su creadora, otro juego. Es un complejo sistema de juegos". Lo último en una sociedad donde todo el mundo se sumerge en ellos para escapar de una realidad donde nunca pasa nada, segura y tremendamente aburrida. Donde grandes multinacionales como Cortical Systematics tienen como divisa "Enemigos de la realidad". Un mundo, en suma, en el que uno puede hacer cualquier cosa o convertirse en cualquiera que se le antoje sin moverse de su casa.

Si en el filme Virtuosity (1995) (Ciberp@ís, 17 de noviembre de 2002) era un programa informático el que se materializaba en nuestro mundo, ahora son los humanos los que, como en la pionera Tron (1982), penetran en el mundo virtual hasta el extremo de ser incapaces de distinguirlo de la realidad. Eso sí, se requiere, en primer lugar, un biopuerto implantado, es decir, un agujero que llega hasta la espina dorsal, una especie de piercing que actúa como conector entre la bioconsola y el sistema nervioso del individuo. ¿Para qué se necesita un interfaz electrónico si uno puede conectarse directamente al juego? Con un sistema así el riesgo de infección, como bien se ve en el filme, no es desdeñable. Aunque bien mirado, y dejando a un lado connotaciones sexuales, lo mejor sería que el punto de conexión estuviese situado lo más cerca posible del cerebro, nuestro centro nervioso.

Bioconectores a nivel de la nuca, como se muestran en el filme Johnny Mnemonic (1995), parecerían, quizá, más eficientes. La consola desde donde se descarga el juego a través de un cable de conexión de forma y textura inequívocas de cordón umbilical, es una masa carnosa rosácea totalmente orgánica: "La vaina génica de eXistenZ es, básicamente, un animal. Se cría con huevos de anfibios fertilizados inyectados con ADN sintético". No requiere suministro energético, puesto que, una vez conectada al individuo, emplea la energía del propio cuerpo (en la línea de las máquinas de Matrix, que obtienen su energía de los cuerpos humanos). Una buena manera para, a la vez que se disfruta (o no, depende de la opción escogida) del placer de jugar, perder algunos kilos de más.

No hay en eXistenZ ni monitores, ni teclados, ni guantes, ni cascos de realidad virtual, toda la parafernalia que acompaña al bullicioso universo de los videojuegos que conocemos. Incluso algunas de las armas que aparecen son insólitamente orgánicas. Así es la pistola que empuña Pikul en el cartel del filme. Una pistola surrealista, hecha de carne (aún fresca) y hueso, que dispara... ¡dientes humanos! Y hasta piezas dentarias artificiales, cuando se tercia, con lo que, una de las ventajas de tan original arma como es el de pasar cualquier detector de metales, queda, en este caso, en entredicho.

Por otro lado, sorprende también que sus disparos vayan acompañados de la detonación característica de una pistola, vamos a llamarla, clásica. Aunque, claro, estamos en el mundo virtual donde todo es posible y las leyes físicas pueden modificarse al antojo del diseñador del juego. Conéctense y jueguen. La (ir)realidad artificial, seguro, les resultará más deseable.

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