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Condena de 14 años para un tendero que abusó de dos menores

"Hazme a mí lo que quieras, pero deja a mi amiga", espetó al reo una de las adolescentes

La Audiencia de Madrid ha condenado a 14 años de cárcel a Abdekkatif L. por detener ilegalmente a dos adolescentes de 14 años y abusar sexualmente de ellas tras amenazarlas con una pistola, que luego resultó simulada. Los hechos sucedieron el 20 de junio de 2002. El acusado, propietario de un local llamado Bodega Frutos, abusó de ellas aprovechando que ambas menores acudieron hacia las cinco de la tarde a su establecimiento con el fin de "comprar refrescos y patatas para una fiesta juvenil". Poco después de entrar en el local, el reo las encerró en la bodega.

El acusado cerró la puerta del local al ver que las menores bajaban al servicio, situado en la planta baja. Luego, las obligó a ver películas pornográficas y a que se acostasen en una cama plegable que tenía en la bodega. Allí, con una pistola en la mano, que resultó ser simulada, comenzó a acariciar los muslos de una de ellas. La otra salió en defensa de su amiga y le dijo: "Hazme a mí lo que quieras, pero déjala a ella", según se explica en la sentencia.

Al acusado le sentó mal el comentario y dio un golpe a la chica en el muslo con la pistola. Luego le apuntó en la cara con el arma y la obligó a ir con él hasta un sofá, donde hizo con ella todo tipo de fechorías.

Las tuvo encerradas toda la noche, hasta que las liberó al día siguiente sobre las once y media de la mañana. Antes de dejarlas marchar, les dijo que dijesen a sus padres que habían dormido en casa de una amiga. En el juicio, las menores pidieron declarar sin la presencia de sus padres porque les daba vergüenza contar delante de ellos detalles de lo sucedido.

El tribunal entiende que, si bien el tipo delictivo no es el del secuestro, puesto que el acusado no exigió rescate, sí es cierto que retuvo a las menores y les dijo que no las dejaría salir de allí hasta que no mantuvieran relaciones sexuales completas con él. En el juicio, el acusado manifestó que todo era una venganza de las chicas porque días antes las había expulsado del local debido a que ellas habían abusado de su confianza.

Mensaje telefónico

El tribunal cree que este argumento "carece del menor refrendo probatorio", y que el hecho de que el acusado tuviese anotado en su agenda el teléfono de una de ella en absoluto significa que hubiese una relación de confianza entre él y las menores. Una de las menores negó haber dado el teléfono al acusado y dijo que, si éste tenía su número, pudo habérselo dado una amiga suya que sí tenía confianza con él, pero no ella.

En el juicio, el acusado también negó haber abierto ese día su local. Afirmó que lo mantuvo cerrado por coincidir ese día con una jornada de huelga general. Y que cerró el local y se encerró él solo en la bodega tras haber visto a un grupo de manifestantes acercarse a la puerta de su establecimiento insultándole por la apertura del local por la mañana.

Los jueces no creen esta versión. Según la sentencia, las menores pusieron un mensaje por el móvil desde la bodega a una amiga que las esperaba en la fiesta. Pero no pudieron efectuar ninguna llamada porque el acusado se dio cuenta y les arrebató los móviles. En el mensaje, la menor decía que estaba junto a su amiga en la bodega de la tienda y que el dueño no las dejaba salir.

La amiga que leyó el mensaje se trasladó al local y lo encontró cerrado, aunque vio abiertas las rejas de hierro de la puerta. Logró hablar por teléfono con el dueño de la bodega, pero éste negó haber visto a las niñas. El padre de una de ellas, al ver que entraba la noche y no aparecía su hija, se puso en contacto con el padre de la otra chica. Ambos telefonearon a los amigos y éstos, "por la inconsciencia de la edad", según la sentencia, no dijeron dónde estaban. Ambos padres estuvieron buscando a las hijas toda la noche. Al día siguiente, uno de ellos acudió al colegio. Allí, un amigo de las adolescentes comentó que "podían estar en la bodega de la tienda".

Los agentes que detuvieron al acusado aseguraron que, cuando fueron a arrestarle a la bodega, éste se había ocultado dentro y no salía. Tuvieron que romper un candado para entrar. Al reo se lo encontraron escondido en un falso techo y con la pistola empuñada. Hubo que reducirle. Durante su cautiverio, las menores le vieron tomar alcohol y fumar hachís.

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