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Crónica:BALONCESTO | Liga ACB
Crónica
Texto informativo con interpretación

Bennett marca el ritmo

La dirección de su base y su superioridad en el rebote dan al Madrid una cómoda victoria ante un Pamesa desacertado

Juan Morenilla

Los técnicos de la ACB coincidían en la misma impresión a principios de temporada. Si a Elmer Bennett le aguantan las piernas, poco hay que decir. Entre esos técnicos estaba el del Pamesa, Paco Olmos, que ayer se acordó de aquellas palabras. Bennett pasó como un ciclón por la Font de Sant Lluís y lanzó al Madrid a un triunfo de peso para su clasificación para la Copa del Rey de Sevilla. No todo fue Bennett, claro, pero sí el principio de todo lo que tejió el conjunto de Lamas. Su acierto se prolongó en Herreros, ganador de un precioso duelo de veteranos ante Rigaudeau, siempre jugando al gato y al ratón corriendo uno tras el otro. Y en Kambala y Fotsis, señores del rebote -36 capturas visitantes por 27 del Pamesa-.

PAMESA 85 - REAL MADRID 98

Pamesa : Rigaudeau (7), Luengo, Kammerichs (10), Dikoudis (10), Oberto (14) -equipo inicial-; Montecchia, Popovic (12), Abbio (6), Paraíso (5), Tomasevic (17) y Asier García (4).

Real Madrid: Bennett (21), Herreros (20), Fotsis (16), Reyes (4), Kambala (16) -equipo inicial-; Mumbrú (19), Bueno (2) y Victoriano.

Parciales: 20-20, 22-21, 17-27 y 26-30.

Árbitros: Sancha, Guirao y Sacristán.

Font de Sant Lluís. Unos 9.000 espectadores.

El Madrid fue recibido de uñas en Valencia, quizás por eso de su identificación con el equipo de fútbol, aunque la rivalidad en el baloncesto no sea tan grande. El caso es que la hinchada se desvivió en el partido, siempre jugado a un ritmo altísimo. Consciente del peligro de Bennett, Olmos le colgó de inicio un perro de presa, Luengo, encargado sólo de su defensa, pero el capitán valenciano fue la primera víctima de una larga serie. El conjunto de Lamas construyó un caparazón en la zona y evitó que el Pamesa enviara balones a sus pívots, su principal fuente de ingresos. Así que los locales tuvieron que tirar mano de los triples, faceta en la que ayer fueron un completo desastre -4 de 24 intentos-.

Sin la clarividencia de Tomasevic, condenado al banquillo por una lumbalgia, el Pamesa jugó a remolque, sin ritmo ni dirección frente a un Madrid sobrado de eso mismo. Es decir, liderado por Bennett. Ni Montecchia ni Rigaudeau ni Popovic le frenaron. En la zona, Kambala se erigió con su juego de brazos, con o sin balón, en la pieza dominante -13-36-. Acaparó el rebote, sobre todo el ofensivo, y desquició al Pamesa. Abbio se llevó una técnica por protestar una falta al letón y Kammerichs quedó conmocionado en el suelo tras un choque contra la muralla blanca. Desde el banquillo, Tomasevic no aguantaba sentado un segundo más, se olvidó de sus dolores y salió a pista. En su primera jugada le robó un balón a Kambala, le dio un leve empujón y le sacó una falta, además de canasta, segundos después.

El yugoslavo le buscó las cosquillas a Kambala y el partido se calentó. Bueno se encaró con Dikoudis, Bennett y Victoriano con Popovic, y Paraíso agarró de los pantalones a Tomasevic cuando éste se dirigía furioso por un árbitro. Del barullo sacó ventaja el equipo de Lamas, que había situado a Victoriano de escolta para reforzar su control del juego y contrarrestar a Rigaudeau. El Madrid mantuvo su estilo y siguió al frente en el marcador (32-35). Podía cambiar los peones de transición, pero el principio -Bennett- y el final -Kambala- era siempre el mismo. Eso, cuando el mismo Bennett no se cocinaba él solito la jugada.

Kambala fue un continuo dolor de cabeza. Acabó con 16 puntos, siete rebotes y seis faltas recibidas, y obligó siempre a Oberto, Dikoudis y Tomasevic a una lucha constante bajo los aros. Lamas le dio algunos minutos de descanso en el tercer cuarto, pero lejos de acusarlo, el Madrid dio el estirón definitivo. El conjunto blanco abrió el periodo con tres triples consecutivos, uno de Bennett y dos de Herreros, que dispararon la ventaja hasta el 45-54. Al Pamesa se le atragantaba la defensa visitante, desacertado en el tiro, sin buenas posiciones para el lanzamiento y sin un director de juego definido. Rigaudeau no fue esta vez el milagroso salvador. Ni siquiera por las bravas, cuando Kammerichs tomó el mando, salió el Pamesa del agujero.

Por eso de la veteranía, Bennett y Herreros dieron la puntilla. En ningún momento se inquietó el Madrid. Aguantó la presión, buscó los huecos con paciencia y manejó el reloj. Dos triples más de Fotsis y otro de Mumbrú acabaron con las pocas dudas que quedaban. El Pamesa sólo podía acelerar, jugar la carta del todo o nada. Perdió, y, acostumbrado como está en los últimos tiempos a las grandes victorias, la derrota no le hizo pizca de gracia. Popovic, impotente, agarró del cuello a Bennett en los segundos finales. Ni siquiera entonces paraba de correr el base del Madrid.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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