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Reportaje:PORTUGAL | FÚTBOL | La Eurocopa de 2004

El equipo de los medias punta

Scolari, campeón del mundo al frente de Brasil, dispone de abundante materia prima, pero vive a caballo de dos generaciones

Santiago Segurola

Portugal llega a la Eurocopa con la misma etiqueta que España: dos selecciones que casi nunca han estado a la altura de su potencial. Dos años después de que España conquistara la Eurocopa, Portugal irrumpió a todo trapo en el Mundial 66 con la célebre delantera integrada por José Augusto, Coluna, Torres, Eusebio y Simoes. Derrotó al Brasil de Pelé, asustó a Inglaterra en Wembley y terminó la tercera. Desde entonces no le han faltado excelentes jugadores, pero su rendimiento en los grandes torneos ha sido decepcionante. En la Eurocopa, el equipo será observado con lupa. Juega en casa y cuenta con algunos de los futbolistas más prestigiosos que jamás ha dado el fútbol portugués. Con Figo a la cabeza, cuenta con Rui Costa (Milan), Deco (Oporto), Pauleta (París Saint Germain) , Andrade (Deportivo) y varios chicos prometedores, como Cristiano Ronaldo (Manchester United) o Quaresma (Barcelona).

Los veteranos, como Figo y Rui Costa, encaran la última ocasión de ganar un gran torneo
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Luis Felipe Scolari, el hombre que llevó a Brasil a la victoria en el último Mundial, tendrá un trabajo más difícil del que parece. Aunque dispone de abundante materia prima, su equipo vive a caballo de dos generaciones. Una está integrada por los veteranos, que se enfrentan a la última oportunidad de ganar un gran torneo. Aquellos Figo y Rui Costa que impresionaron en su etapa juvenil, cuando dominaban el fútbol mundial, no concretaron con Portugal todas las expectativas que habían generado. Se acercan ahora al crepúsculo de su carrera, después del fracaso en el Mundial 2002. Su liderazgo no se discute. Están avalados por un impresionante historial en el fútbol español y en el italiano. Sin embargo, su jefatura les lleva a excesos que paga el equipo: todo el mundo quiere jugar de medio punta en la selección portuguesa. O quizá ocurra al revés: hay un exceso de medios punta que tienen que distribuirse políticamente por el campo.

Figo, Rui Costa y Deco juegan en el mismo puesto en la selección. A Deco, el interesante y creativo futbolista del Oporto, le ha tocado aceptar un papel secundario en el equipo. Es normal verle en el banquillo, sin sitio entre los titulares. Es el precio que paga frente al papel dominante de Rui Costa y Figo. Por tradición, Portugal ha sido un equipo sin pegada. Pauleta parece una buena solución. Es un delantero con un acreditado instinto en el área. Su carrera en el fútbol francés le ha convertido en un referente indiscutible de la selección portuguesa. En los costados, el joven Quaresma tiene las condiciones de los buenos extremos, lo mismo que Simao, cuyo crédito ha crecido tras su poco valorado paso por el Barça.

A Scolari le toca agregar el espíritu colectivo que generalmente le ha faltado a su equipo, que tiene problemas de equilibrio. Las estrellas son muy conscientes de su condición y apenas colaboran en las funciones defensivas. En el medio campo, gente como Costinha suele pasar dificultades frente a rivales que llenan el campo de centrocampistas. La defensa tampoco es gran cosa. Couto, cuyos mejores días han pasado, es titular por decreto. No le sobra velocidad, ni cintura. Andrade puede corregir estos dos problemas en una defensa que suele perder los papeles cuando los partidos se ponen crudos. Este problema es preocupante en una selección que no se distingue precisamente por el estable carácter de sus jugadores. El torneo medirá la fibra del equipo: juega en casa y tiene la calidad suficiente para progresar lejos. En contra tiene una historia de decepciones y el volátil clima que puede producirse en la convivencia de dos generaciones de jugadores. Unos están de vuelta. Otros quieren ocupar su puesto. Scolari deberá ejercer de árbitro y utilizar la mano izquierda.

Figo celebra un gol con Portugal junto a Nuno Gomes.
Figo celebra un gol con Portugal junto a Nuno Gomes.ASSOCIATED PRESS

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