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Crónica:CRÓNICA EN VERDE
Crónica
Texto informativo con interpretación

El jardín de los vientosSucios, cansados y felices

Canal 2 Andalucía emite esta semana el viaje de especialistas de Doñana a Kazajistán

Pocos andaluces sabrían situar correctamente Kazajistán en un mapamundi. Poco importa que sea uno de los países más extensos del planeta (2.717.300 kilómetros cuadrados, casi seis veces la superficie de España) y que atesore una de las mayores reservas de petróleo y minerales estratégicos. Kazajistán ocupa el corazón olvidado de Asia central y difícilmente se distingue en la confusa amalgama geográfica que componen las repúblicas ex soviéticas que salpican esta zona del globo.

Este destino, sin embargo, era muy apetecible para los especialistas de la Estación Biológica de Doñana (EBD), interesados en examinar las condiciones de las estepas vírgenes que dominan gran parte de este país, y de algunas de las especies de fauna que las pueblan. Ambos elementos guardan una curiosa y estrecha relación con la naturaleza andaluza, por lo que su análisis podría servir para resolver algunos de los problemas ambientales padecidos en el sur de la península Ibérica.

A comienzos del pasado mes de junio un grupo de científicos de la EBD se embarcaba en la primera expedición científica española a Kazajistán. Un complicado periplo que, durante cuatro semanas, les permitió recorrer algunos de los parajes naturales más sobresalientes de esta república asiática.

En España, y desde hace siglos, las estepas están muy alteradas por las actividades humanas y, sin embargo, es imprescindible conocer las claves de estos ecosistemas para poder hacer compatibles en ellos la conservación de la naturaleza con los aprovechamientos agrícolas o ganaderos. "Nos interesaba conocer de primera mano la estepa fría mejor conservada y más extensa del mundo", explica Fernando Hiraldo, director de la EBD, "precisamente porque para nosotros es un excelente laboratorio natural en el que poder examinar el funcionamiento de este tipo de enclaves y así buscar fórmulas de manejo que garanticen el futuro de nuestras estepas".

Resulta difícil creer que haya tantas similitudes entre una zona esteparia andaluza, como las hoyas de Baza y Guadix (Granada), y las infinitas llanuras kazajas, que alguien bautizó como "el jardín de los vientos". Sin embargo, añade Hiraldo, "el 80% de la avifauna que encontramos en Kazajistán está presente también en Andalucía o lo estuvo hasta hace poco tiempo".

Por este motivo, los expedicionarios capturaron, para su examen, numerosos ejemplares de algunas familias de aves, como la de los alaudidos, a la que pertenecen, entre otras, las alondras, calandrias y terreras, presentes, asimismo, en España. El examen genético de las muestras de sangre que se obtuvieron de estas y otras especies servirá para determinar su estado de salud y poder así comparar estos datos con los que ya se conocen de las poblaciones españolas.

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Además de las zonas de estepa, los especialistas de la EBD tuvieron ocasión de visitar el lago Alakol, que sin ser uno de los más grandes de Kazajistán ocupa alrededor de 2.600 kilómetros cuadrados, el equivalente a un tercio de la provincia de Cádiz.

También se examinaron algunos enclaves de las soberbias cordilleras que recorren el país, como las del Tien Shan o el Ala Tau, donde el retorno a la tradicional ganadería nómada ha hecho que se recuperen las ya de por sí abundantes poblaciones de carroñeros como buitres o quebrantahuesos.

Después de recorrer cerca de 4.000 kilómetros en vehículos todoterreno, los expedicionarios tuvieron que recurrir al tren para alcanzar la frontera norte del país. Casi 2.000 kilómetros circulando en parte por las vías del mítico Transiberiano, camino de la reserva de Naurzum, cerca ya de Siberia, la única zona en donde conviven las cuatro grandes águilas de Eurasia. El pigargo, el águila real, el águila de estepa y el águila imperial oriental comparten sin problemas este territorio, con unas densidades de individuos sorprendentes.

No hay duda de que la experiencia ha resultado muy positiva, hasta el punto de que, como pone de manifiesto el embajador de España en Kazajistán, Francisco Pascual de la Parte, "es muy posible que se firme un acuerdo de cooperación, en esta materia, entre ambos países, ya que el Gobierno kazajo está muy interesado y nosotros podemos prestarles una asistencia muy eficaz".

El volumen de información que recopilaron en Kazajistán los especialistas de la EBD exige ahora un dilatado periodo de análisis, por lo que los resultados científicos de este periplo asiático aún tardarán varios meses en ser publicados. Sin embargo, y también por vez primera, una expedición de estas características ha sido filmada por un equipo de la televisión andaluza, para componer una serie documental que sí que está ya lista para su emisión. Dividida en tres capítulos (El jardín de los vientos, El desfiladero de los lobos y El reino de las águilas) la serie se ofrecerá a finales de esta semana, los próximos días 4, 5 y 6 (Canal 2 Andalucía, a las 18.00).

Al margen del trabajo científico y sus aplicaciones en tierras andaluzas, los telespectadores podrán comprobar las difíciles condiciones en que se desarrolla un viaje de esta naturaleza. Acostumbrados a experiencias similares en otros países de África o América, los expertos de la Estación Biológica de Doñana no dudan en calificar su visita a Kazajistán como "una de las más duras" que han vivido. Así lo cree José Antonio Donázar, uno de los investigadores que participó en la expedición, para el que no es fácil "pasarse cuatro semanas en el campo, durmiendo en el suelo, comiendo sobre la marcha, prácticamente sin poder lavarse y trabajando de sol a sol". Y, a pesar de todas estas incomodidades, apostilla: "estábamos felices de poder disfrutar de unos paisajes que no se pueden encontrar en otros lugares del mundo".

Pasaron ya los tiempos de los exploradores que, sin el auxilio de la moderna tecnología y sorteando todo tipo de peligros, se internaban en territorios desconocidos. Aun así, nuestro planeta sigue reservándose algunos secretos. Las grandes estepas de Asia Central son uno de esos rincones perdidos, a donde apenas han llegado los ojos de la ciencia, aunque ahora la televisión, el GPS, los sistemas de alimentación eléctrica por energía solar, los portátiles o el teléfono vía satélite hayan limado parte del romanticismo que rodeaba a las antiguas expediciones científicas.

sandoval@arrakis.es

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