El dominio de los 'aussies'
La disputaron por primera vez en 1905, cuando el tenis estaba dominado por los británicos y los estadounidenses, y la conquistaron ya en 1907, 1908 y 1909. Desde entonces, los tenistas australianos han flirteado constantemente con la Copa Davis. "No hay nada tan importante como ganarla", afirma Harry Hopman, un capitán de leyenda que llevó al equipo al triunfo en múltiples ocasiones en los años 60 y uno de los mejores entrenadores del mundo.
Australia ha disputado 46 finales y ha ganado 27. Sólo Estados Unidos, con 31 títulos, le supera. Sin embargo, ni siquiera los norteamericanos han mantenido en ninguna etapa un poder tan asfixiante como el de los australianos entre 1950 y 1967, un año antes del reconocimiento del tenis open -abierto a profesionales y aficionados- por parte de la federación internacional: 15 victorias en 18 ediciones.
Eso sí, contaban con la ayuda de prepararse sólo para la final. Desde 1900, cuando se creó la Davis, hasta 1971 el campeón vigente sólo tenía que jugar el duelo postrero contra el venceder de las eliminatorias previas. Una ventaja importante a la que se añadía la de encararlo en campo propio. Aun así, semejante dominio no habría sido posible sin una serie consecutiva de grandes jugadores que coparon esta competición y llenaron sus palmarés con todos los otros grandes torneos.
Fue por esta razón que las cifras en la Davis de sus nombres más legendarios quedaron lejos de las que ostenta, por ejemplo, Manuel Santana. Mientras el español afrontó 120 partidos, con 92 victorias, el aussie que más jugó fue Jack Crawford, con 57 (36). Auténticas leyendas como Roy Emerson (34 triunfos y 4 derrotas), Neale Fraser (18 y 3), Lew Hoad (17 y 4), Rod Laver (20 y 4), John Newcombe (25 y 9), Ken Rosewall (19 y 3) o Fred Stolle (13 y 3) están a gran distancia de los récords. Sin embargo, su escaso número de fracasos es significativa.
Cuando esa generación se eclipsó, Australia ya no entró en las quinielas porque su juego había caído en la mediocridad o porque una sola figura, Pat Cash, no era suficiente. El eclipse concluyó con Patrick Rafter, Mark Philippoussis y Lleyton Hewitt y los doblistas Todd Woodbridge y Mark Woodforde. Discrepancias entre Rafter y Philippoussis impidieron la eclosión. Pero en los últimos cinco años Australia ha jugado cuatro finales y ganado una: a Francia, en Niza, en 1999.
La mayor decepción la sufrieron los australianos en 2001, precisamente en su pista Rod Laver, ante los franceses. Hasta entonces, las 23 finales en su país habían sido sobre hierba y al aire libre. Pero la lluvia obligó a cerrar el techo en los dos últimos individuales y Wayne Arthurs, sustituto del lesionado Rafter, no vio el sol ante Nicolás Escudé.
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