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Reportaje:BALONCESTO | Liga ACB

Cariño sin fin para Herrmann

Todo el Unicaja arropa al jugador que perdió a su familia en un accidente

La segunda temporada de Walter Herrmann en la Liga ACB discurre por un camino bien distinto al paseo triunfal que resultó la primera, en la que acabó como el máximo anotador de la primera fase (668 puntos) y el baloncestista más valioso de la competición. Un vistazo a las estadísticas del alero argentino, de 24 años de edad, ilustra la diferencia: en el Fuenlabrada promedió 22,2 puntos por partido y este curso, en los once encuentros que ha disputado con el Unicaja, su media de anotación sólo es de 5,9. Pero en el caso de Herrmann los números, por muy decepcionantes que sean, no pueden convertirse en una prueba de cargo. Y no lo son de hecho.

Nadie en Málaga se atreve a abrir juicio. Los datos son, en todo caso, la constatación innecesaria de un bajo rendimiento que se entiende comprensible y que a nadie alarma porque corresponden al de una persona a quien la vida ha hecho atravesar por un durísimo trance. En realidad, no ha dejado de recibir ánimos desde que aterrizó en su aeropuerto el pasado 16 de agosto. Entre 200 y 300 personas se concentraron en la terminal Pablo Picasso para darle la bienvenida, arroparle y decirle con pancartas: "Ya estás en casa". Apenas 28 días antes, el jugador había perdido a su madre, a su novia y a una hermana en un accidente de tráfico en su país, un golpe difícil de reparar y que incluso le llevó a plantearse cambiar de profesión. "No me podía esperar algo así por nada", dice Herrmann recordando aquel recibimiento: "Era muy temprano, la ciudad estaba en feria y nadie me conocía... Realmente, me conmovió".

El mal ambiente en torno al Unicaja no ha alterado en nada todo ese cariño. El equipo ha perdido siete de los primeros doce partidos de la Liga y los tres de la Euroliga, ha cambiado de entrenador -Sergio Scariolo ha relevado a Paco Alonso-; corre serio riesgo de no clasificarse para la Copa del Rey, competición en la que ha sido semifinalista en las dos últimas ediciones, y la afición ha dado claras muestras de inconformismo. Pero, por mal que vayan las cosas, a Herrmann ni tocarlo. Para él, juegue como juegue, acierte o falle, no hay más que ovaciones. "Y nada debe cambiar", asegura el delegado del equipo, Manuel Rubia; "todos dijimos al principio que este era un año de transición para Herrmann, que había que ayudarle como fuese. Eso no debe olvidarlo nadie. Ni el club, ni la afición, ni la prensa".

El jugador asegura estar "bastante bien dentro de lo que cabe" e incluso se reconoce sorprendido por ello: "Hace poco tiempo que pasó todo y uno siempre tiene sus altibajos". Los compañeros y el cuerpo técnico del club también consideran sorprendente su entereza y su comportamiento y destacan que es extravertido y muy bromista. "Lo que no sabemos es cómo lo lleva en su casa", duda un directivo; "su comportamiento es muy normal. Ha encajado muy bien con la plantilla y durante el día no muestra ningún sentimiento, pero, al parecer, no descansa bien".

Herrmann ha rechazado la ayuda psicológica que le ha ofrecido el club. Su terapia es evitar la soledad. En Málaga vive con una hermana, pero desde hace un mes, que ha viajado a Argentina, comparte su piso con un amigo. El 7 de diciembre regresará con su hijo, de cuatro años, que pasará con él sus vacaciones de verano. "Quiero tenerlo aquí, aunque hablamos a diario, y nos vemos por una webcam", alega.

Por lo demás, Herrmann achaca su bajo rendimiento a los problemas físicos. En el último partido amistoso antes del inicio de la Liga se le desplazó un hombro y ha tenido además una lesión en un cartílago en la zona lumbar, en un codo y en un pie: "Habría necesitado parar tres semanas y solo he podido hacerlo tres días. Además, el calendario español con el europeo es muy duro".

Dice estar convencido de que, cuando esté físicamente bien, volverá a su nivel de juego, porque, encima, el clima es mucho más favorable desde que llegó Scariolo, pero admite que sus ganas de hacerlo bien, de devolver al público todo el cariño que le muestra, le presiona y le crea cierta ansiedad. "Me confundo mucho en el juego porque lo hago demasiado apresurado. Quiero meter puntos rápidos, demostrar a la gente lo que valgo...", concluye Amor con amor se paga.

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