El 'papa de Asia' se retira
El cardenal Sin facilitó la caída del dictador filipino
El cardenal Jaime Sin, cuya influencia ha marcado la política filipina de las últimas tres décadas, cedió ayer el báculo de su iglesia a su sucesor en la diócesis de Manila, el arzobispo Gaudencio Rosales. El cardenal Sin, de 75 años, no dejó en su última ceremonia oficial, a la que asistió la presidenta Gloria Macapagal Arroyo, de hacer un llamamiento a los políticos filipinos para que sean más responsables.
Considerado en los círculos religiosos asiáticos como el papa de Asia, Sin facilitó en 1986 la caída de Ferdinand Marcos al apoyar abiertamente la revuelta popular contra el corrupto dictador, que murió en el exilio tres años más tarde.
Principal consejero de la presidenta Corazón Aquino, el prelado volvió de nuevo a ponerse al frente de quienes habían tomado las calles de Manila para protestar contra el también corrupto Joseph Estrada, quien se vio obligado a dimitir en 2001 y ahora se encuentra internado en un hospital militar mientras dure su juicio por corrupción.
Ayer, el ex presidente Fidel Ramos pidió al cardenal que desde su retiro siga siendo la conciencia de Filipinas, un país con 80 millones de habitantes de los que el 80% son católicos. La petición de Ramos no cayó en barbecho, el religioso dijo que aunque se retira no cesará de participar activamente en la vida política del país, ya que "la política sin la ayuda de Dios es el peor castigo de una nación". Sin embargo, el cardenal, a largo de sus 29 años de reinado, también ha recibido numerosas críticas de intelectuales y de los sectores más laicos de la sociedad filipina que se oponían a la intromisión de la Iglesia en la política del país.
Con una salud más que precaria, Jaime Sin se retiró voluntariamente después de haber presentado en septiembre su dimisión al Vaticano, que la aceptó. "Los últimos 29 años han sido muy difíciles para Filipinas, que ha sufrido manifestaciones y revoluciones pacíficas, pero también fueron años de grandeza", dijo el cardenal durante la ceremonia de despedida en la que participaron 60 sacerdotes.
El religioso ha sufrido en los últimos años numerosos y distintos problemas de salud, desde diabetes a fallos renales. En marzo pasado fue hospitalizado de urgencia tras sufrir varias convulsiones cuando finalizaba la misa del domingo en la catedral de Manila.
"De entre los problemas que atañen a la sociedad filipina, la vida política del país es la que más necesita la intervención divina", declaró Sin en su despedida. Le escuchaba atentamente Gloria Macapagal Arroyo, quien tres años antes fue investida presidenta durante una breve ceremonia que se realizó en la calle en presencia de decenas de miles de manifestantes y del cardenal Sin, uno de sus partidarios más fieles y el hombre que, como en el caso de Corazón Aquino -que ayer también asistió a la ceremonia-, facilitó su ascenso a la jefatura del Estado al liderar las revueltas pacíficas contra Estrada y Marcos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.