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Columna
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¡Ebro va!

Rafael Blasco, el consejero de Territorio y Vivienda de la Comunidad Valenciana, afirmó a principios de mes que el trasvase del Ebro es la única garantía para la conservación de 94 espacios naturales y más de 600.000 hectáreas de suelo protegido, ya que el trazado tendrá un efecto negativo sobre éste de sólo el 0,004%, y ello a pesar de que el 55% del agua se destinará a la mejora del medio ambiente.

Luego, insistió en que el Partido Popular ha incrementado a lo largo de su mandato los espacios protegidos de esta comunidad, desde el 5% al 26% del territorio.

Definió el Plan Hidrológico Nacional como el más avanzado y sostenible de Europa en los últimos años. Habló asimismo de mantenimiento de ecosistemas, de cohesión territorial y de abastecimiento humano. Aseguró que con el trasvase queda garantizada la salud ambiental de las personas y añadió que, mediante un ejemplo de solidaridad interterritorial e intergeneracional, y por medio de una transferencia de recursos de cuencas excedentarias a deficitarias, se dará satisfacción a una demanda histórica de los valencianos.

Estupendo. He aquí un ejemplo paradigmático de lo que los franceses llaman langue de bois (lengua de madera), es decir, pura engañifa. Con total impunidad, y ante la indiferencia de un gran segmento cada vez más amorfo y adormecido de la ciudadanía, que considera inevitable todo lo que venga desde las instancias del poder, los políticos que nos gobiernan se lanzan alegremente a la propaganda con discursos triunfalistas, plagados de cifras dudosas que nadie comprueba, de sofismas y de expresiones burocráticas que no significan nada, pero impresionan con su efecto mágico a los pocos incautos que todavía escuchan.

De entrada, los porcentajes de Blasco apestan a ingeniería contable: en el haber del trasvase, el 55%; en el debe, el 0,004%. ¡Asombrosa precisión de milésimas porcentuales, que oculta los efectos devastadores sobre el ecosistema! Además, el hecho de expandir los espacios protegidos del territorio en un 21% -y jactarse de ello- para después apelar al PHN como única garantía de conservarlos equivale al cuento de la lechera.

¿Y qué decir de los tecnicismos verbales que utilizó? Cohesión territorial: ¿Acaso estamos ahora disgregados? Abastecimiento humano: ¿Cuánto?, pues desde los 5 litros diarios por persona de un saharaui hasta los 1.000 de un occidental rico hay mucho margen. Garantía de salud ambiental de las personas: ¿A cuáles se refiere, a las que ganarán agua o a las que se quedarán sin ella?

Como zorro viejo, curtido en mil batallas, Blasco sabe que es más rentable camuflar su arenga de solidaridad o ecología, mientras silencia la sobreexplotación histórica de los ríos Alto Vinalopó, Júcar y Segura y, sobre todo, el pacto cambalachero entre Zaplana y Bono para cederle a Castilla-La Mancha los últimos recursos del Júcar, a cambio del apoyo manchego al desatino del PHN. Y como buen neoliberal, Blasco utiliza su papel en el aparato del Estado para servir de correa de transmisión a los grandes negocios hidráulicos y eléctricos que se avecinan y se limita a repetir el eslogan promocional de que la cuenca del Ebro es excedentaria. ¿Excedentaria? En los últimos cuarenta años ha perdido casi el 50% de su caudal. Así se escribe la historia.

www.manueltalens.com

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