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El hecho religioso

No convence esa designación, "hecho religioso" para referirse a una asignatura escolar. Hecho religioso, hecho científico, hecho literario... Es sembrar confusión y una cierta sospecha. Pero si de lo que se trata es de instruirnos acerca del sentimiento religioso y sus características a lo largo de la historia, no debe parecernos mal, pienso yo. El origen de las religiones, la evolución de sus respectivas creencias, su poder y/o su influencia social, su universalidad, etcétera, constituyen una atalaya desde la que abarcar la historia y naturaleza de la aventura humana. Y a poco que se ponga el acento en una religión como el budismo, habría que zambullir a los estudiantes en el Yen y el Wu, o sea, en aguas filosóficas muy conocidas por Parménides, Heráclito, Platón y David Hume. Cierto que uno podría elegir otra atalaya que el "hecho religioso", si a eso vamos. A partir del "hecho científico" o del "hecho artístico y literario" se llega también a Napoleón. En realidad, ¿hay buena novela naturalista sin economistas como Smith y Malthus o médicos como Claude Barnard? Sólo, Virgen de los Desamparados, si salida de la péñola milagrera de Vicente Blasco Ibáñez.

De modo que a nuestro alumnado habría que decirle, en primer lugar, que el sentimiento religioso es universal, si sólo a los bípedos parlantes de este planeta nos referimos; pues más allá de eso no se sabe e incluso eso fue negado por los primeros observadores. Entre las grandes instituciones, la religión es la única cuya existencia no deriva de la necesidad de supervivencia física, inmediata o futura. Al menos, no de la necesidad de sus seguidores. También este punto ha sido discutido, dicho sea en honor a la verdad. El ser humano, como cualquier otra criatura viviente, pretende adaptarse a su entorno, al medio; y aunque adorar a un dios, o a varios, no tenga nada que ver con tan previsible urgencia, lo que cuenta es lo que se cree verdadero. Esto plantea una cuestión altamente atosigante. ¿Se venera a una divinidad para que proteja la cosecha o libre de un mal fario o se pretende algo más, a saber, un paraíso u otro cuando el cuerpo sucumba? Aquí topamos ya de lleno con la física, con la química y con la filosofía. En lo que hemos dicho, estudie usted un hecho importante y tendrá que recurrir a multitud de otros.

Si usted no conoce la historia de las religiones en todos sus aspectos puede caer en la errónea creencia -tan fomentada por Miguel de Unamuno- de que el ser humano se extinguiría de puro terror si creyera que después de aquí no hay allí. (La duda es un estado intermedio entre la fe y la incredulidad y no le arriendo la ganancia al dueño. Así, es más dolorosamente fatigoso dudar de la fidelidad de tu mujer que pillarla un día en la cama con alguien y salir así de dudas). No todas las religiones han basado su éxito en la promesa de la inmortalidad del alma e incluso del cuerpo, aunque este último acontecimiento, en un día sin fecha. En mi opinión, sería conveniente que nuestros pimpollos crezcan sabedores de un hecho nada exento de resonancias psicológicas y en general, culturales. "Los antiguos hebreos... no tuvieron concepto alguno de premios o castigos después de esta vida". El budismo persigue un estado de perfecta paz espiritual, pero no cree que para llegar a ese estado necesitamos un alma inmortal; en realidad, no parece que la existencia de Dios venga o deje de venir a cuento. El budismo es una vacuna contra el trajín ansioso y voraz tan propio de las economías avanzadas. Con todo, quien esto escribe se abstendría de juicios de valor frente a una clase; quiero decir que el enseñante puede opinar si le preguntan, pero no hacer proselitismo.

En resumen, la creencia en el alma no implica de por sí la creencia en una o más divinidades. "La fe en un gobierno divino del mundo fue poco frecuente en las culturas preliterarias", escribió D. C. Brinton. Imaginémonos que en la Edad Media, tan propensa a la muerte prematura, los curas hubieran predicado que todos tenemos alma, al menos mientras vivimos. Después, lo más probable es que no. ¿De qué hubiera servido esto contra la peste y contra el régimen feudal? Depende de qué otros castigos terrenales nos hubiera profetizado la doctrina eclesiástica. Habría que echar mano de la literatura, de la filosofía, de la historia, para concluir algunas hipótesis.

El hecho religioso es tan múltiple, ha sido interpretado de tantas maneras, que como asignatura de la escuela secundaria habría que reducirlo a una visión panorámica llevada a cabo por especialistas relevantes sin otro propósito que el compromiso objetivo con dicha asignatura. ¿Es la religión necesariamente espiritual en carácter? ¿Es la fontana de la virtud, de la espiritualidad y de la vida honesta y buena? Si creemos a Ruth Benedict, parece todo eso porque se apropia de conceptos corrientes en la sociedad en la que se desarrollaron. Espiritualidad y virtudes son valores sociales descubiertos en el proceso y transcurso de la vida social. El valor de la ostra está en la perla, pero la perla es un producto secundario de la vida de la ostra y no nos da la clave de la evolución de ésta.

Según Hobbes, el origen de las religiones es producto de la inquietud inherente al ser humano. "El temor a una potencia invisible, sea ésta ficción del pensamiento o algo imaginado según las tradiciones públicamente admitidas, es la Religión". Pero con ser cierta esa "inquietud", ¿lo explica todo? El más brillante ateísmo político puede a veces ser simplificador. Como lo es afirmar que la religión no hace otra cosa que, sencillamente, adaptarse al entorno social, quitándole así causa y magnificado el efecto. La interacción entre las religiones y los sistemas (políticos, económicos, sociales...) en que se desenvuelven es, sin duda, tan compleja, que constituye el punto más espinoso de esta asignatura, "el hecho religioso", aplicada al nivel medio. Estaríamos de lleno ante la estructura del poder directo y del poder indirecto (la influencia), un toro tan difícil de lidiar que muchas veces ha sido lidiado y ninguna convincentemente. Aquí de profesores y textos.

Manuel Lloris es doctor en Filosofía y Letras.

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