Osasuna perdona al Villarreal y lo paga caro
Todos los santos y los dioses paganos se aliaron ayer con Reina. Su portería quedó inmaculada debido, en parte, a su acierto y, en mucho, al desatino de los delanteros de Osasuna, verdaderos altruistas. Éstos tuvieron ocasiones de todos los colores, todas ellas en el primer acto, y las dilapidaron una tras otra. Con menos le bastó al Villarreal para conseguir su primera victoria en su estadio cuando empezaban a asomar los fantasmas del fracaso.
Con Víctor lesionado y José Mari mermado físicamente, a Benito Floro no le quedó más remedio que situar a Anderson solo en el ataque. Por detrás del brasileño, se ubicó Riquelme de enganche, liberado de responsabilidades defensivas y como vértice del quinteto de centrocampistas. La superioridad numérica del Villarreal en la línea de creación la compensó Osasuna con una defensa adelantada.
VILLARREAL 1 - OSASUNA 0
Villarreal; Reina; Belletti, Coloccini, Ballesteros, Arruabarrena; Guayre, Pere Martí, Josico (Xisco, m. 90), Riquelme (Arzo, m. 89), Roger; y Anderson.
Osasuna: Sanzol; Izquierdo, Cruchaga, Mateo, Antonio López; Valdo (Rosado, m. 63), Muñoz, Alfredo (Rivero, m. 56), Moha; Bakayoko (Webo, m. 74) y Aloisi.
Gol: 1-0. M. 23. Guayre aprovecha un rechace de Sanzol tras un disparo de Anderson.
Árbitro: Moreno Delgado. Amonestó a Pere Martí, Alfredo, Antonio López, Arruabarrena, Josico, José Mari y Belletti.
Unos 16.000 espectadores en El Madrigal.
Apretaditos en la zona de cocción, apareció un escenario propicio para los pelotazos largos y las diagonales buscando la espalda de los defensores para evitar la densidad de tránsito. El equipo navarro entendió la tesitura con celeridad. En los primeros diez minutos generó cuatro ocasiones claras, que no serían las únicas, y con Bakayoko como principal protagonista para lo bueno y lo malo. Con su potencia se ganaba los espacios y las ocasiones. Con su torpeza las dilapidaba. La negatividad a la hora de definir debe de ser contagiosa, ya que Aloisi falló una oportunidad para echarse a llorar cuando Reina ya se marchaba a la red a recoger el esférico. Es evidente que el buen momento de Osasuna no es proporcional a su pegada.
En medio de tantas ocasiones echadas al limbo, el Villarreal se adelantó en el marcador por mediación de Guayre, que recogió un rechace de Sanzol tras un disparo de Anderson. El gol no resultó un canto a la estética, pero vale para que el Villarreal, por fin, dé un regalo a su hinchada.
Depresivo como andaba Osasuna por tanto error, aumentó la ambición del Villarreal al amparo de Riquelme, que se cosió el balón a la bota soltándolo tan sólo cuando encontraba el resquicio oportuno.
Desesperado con lo que acontecía, Aguirre sacó del banquillo a todo lo que oliera a gol. Entraron Rivero, Iván Rosado y Webo. Daba igual. Osasuna, ayer, no habría marcado ni al arco iris.
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