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Entrevista:Elliott Murphy | MÚSICA

"La música es una amante muy posesiva"

Andrea Aguilar

Rockero de raza, escritor de cuentos, pintor aficionado, poeta urbano, Elliott Murphy (1949), lleva su sombrero negro bien calado, camisa azul estampada y tres anillos en sus manos: pasado, presente y destino. El sello de oro se lo regaló su abuelo a su padre cuando abandonó su pueblo, Tupelo, "el mismo en el que nació Elvis". El presente, su alianza de matrimonio. El destino está adornado con una piedra azul porque "la música es blues", y este neoyorquino de nacimiento, curtido en las calles de París donde en los setenta tocaba en el metro y escribía sus primeras letras, no ceja en su idea -"por muy irreal que sea"- de "alcanzar la inmortalidad a través de la música".

Una iluminación, "como cuando Richard Dreyfuss en Encuentros en la tercera fase se despierta en medio de la noche y construye con plastelina algo que no sabe muy bien lo que es", le impulsó a crear Strings of the storm. Veintidós canciones, tres de ellas compuestas en España. "Sabía desde un principio que iba a ser un doble álbum, aunque no tuviese ni idea del resto. Los discos dobles de los Beatles o Bruce Springsteen han tenido una gran influencia en mí y cuando empecé en el mundo de la música este tipo de discos eran un gran acontecimiento cultural. Es una doble apuesta, subes las expectativas".

"Cuando me quiero relajar, entro en una librería: es mi equivalente a una iglesia"
"Dicen que las cucarachas sobrevivirían a una guerra nuclear. Pasa lo mismo con el rock and roll"

El título, Las cuerdas de la tormenta, es una cita de André Breton. "Las cuerdas de la guitarra son el origen de todo cuando empiezo a componer. La tormenta es lo que está sucediendo ahí fuera, con la guerra de Irak y también la tormenta interna que es de donde surgen mis canciones". En una de ellas, Jet Lag, este rockero, que a finales de los setenta decidió plantar a las grandes discográficas,

habla de la fama como un rayo que "nunca cae dos veces".

Dice que no echa de menos la popularidad de la que gozan algunos de sus amigos como Bruce Springsteen, "no tengo ningún deseo de que a las puertas del hotel me esperen un centenar de chicas gritando, con una o dos me conformaría". Cuenta que llegó a la música consciente de que las grandes ventas no son garantía de calidad artística. "Sé que hay libros que hoy son clásicos y que en su día pasaron inadvertidos. Quizá no he llegado al éxito comercial que me hubiera gustado, pero esta creencia me ha ayudado a seguir adelante".

Murphy explica que después de

los setenta se le planteó la opción de convertirse "en un adicto a las drogas o tomar un camino independiente". Eligió ir por libre. "El tema de los negocios, ser mi propio mánager consume gran parte de mi tiempo, pero éste es el precio de la libertad. No me gusta que me digan lo que tengo que hacer; es mi principal defecto y mi mayor virtud".

Adicto al rock and roll y devoto de la literatura -"cuando me quiero relajar entro en una librería que es mi equivalente a una iglesia"-, Murphy confiesa que siempre que ha tenido un conflicto entre estos dos campos artísticos. En su canción The poet and the priest enfrenta a un sacerdote con un poeta maldito. Escribió los primeros versos de este tema en una iglesia y explica que el escándalo de los curas pederastas en Estados Unidos fue el detonante. Sonríe y afirma con voz grave que la conclusión de esta canción "como siempre, como en todo, es que el público es el villano".

Ha habido muchos momentos en su vida en que ha intentado alejarse de la música. "Llegué a plantearme ser abogado y trabajar en un despacho, pero luego la música siempre me vuelve a enganchar. Es una amante muy posesiva". Su relación con el mundo del espectáculo le viene de familia. Hijo de una actriz y un empresario de éxito que mantuvo en la cartelera neoyorquina durante la década de los cincuenta Aquashow, (título que Murphy tomó para su primer álbum). El espectáculo paterno contaba con más de cincuenta nadadoras y payasos que se sumergían al ritmo de los acordes de la Orquesta de Duke Ellington. "Aquello fue mi introducción en este mundo. De mi padre aprendí la lección más importante. Si llovía había que cancelar la función porque el teatro era al aire libre. En este negocio hay cosas que no se pueden controlar. Hay buenos y malos tiempos".

Un año antes de la publicación de su primer elepé, en 1973, escribió las notas para el disco de Velvet Underground Live. Allí profetizó que el rock and roll sería estudiado en escuelas. Treintaiún años después mantiene que el rock and roll sigue vivo aunque sea pasto de museos. "Dicen que las cucarachas sobrevivirían a una guerra nuclear. Pasa lo mismo con el rock. Ha tenido una influencia cultural y social inmensa, pero ya no es una amenaza, no tiene el poder de cambiar o revolucionar. La gente ya no se para a pensar o cambia de opinión al escuchar una canción. Salvo cuando oyen las mías, por supuesto".

Afincado en París desde hace 14 años, Murphy considera la actitud de Estados Unidos frente a Francia "la cosa más estúpida que he visto en toda mi vida". Aun así se muestra optimista y mantiene que la música sigue uniendo a la gente. "Reagan no tuvo nada que ver con la caída del muro de Berlín. Fueron los conciertos de Dylan y Springsteen, que la gente oyó desde el otro lado, como las trompetas de Jericó". Este rebelde no pierde la esperanza aunque reconoce que cuando piensa en lo que a finales de los sesenta Lennon o Dylan decían acerca de Vietnam y luego escucha a Britney Spears diciendo que debemos creer al presidente, "me doy cuenta de lo mucho que hemos cambiado".

Elliott Murphy actúa el día 4 de noviembre en Madrid (Arena), el 5 y 16 en Barcelona (Luz de Gas y Hostalets de Balenyá), el 5 en Oviedo, el 7 en Bilbao (Playa Club), el 12 en Burgos (Quinta Avenida), el 13 en Valencia (Wah-Wah), el 14 en Tomelloso, el 15 en Murcia (Garaje de la Tía María).

Elliott Murphy, con sombrero, junto a su guitarrista y estrecho colaborador Olivier Durand.
Elliott Murphy, con sombrero, junto a su guitarrista y estrecho colaborador Olivier Durand.MIGUEL GENER

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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