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Serrat canta sus éxitos de 40 años con la Sinfónica de Barcelona

El cantautor asegura que "los poetas cantan cuando escriben"

Amelia Castilla

El 27 de diciembre, Joan Manuel Serrat cumplirá 60 años, pero mantiene su eterna imagen: vaqueros, camisa a cuadros, deportivas y chaqueta de lana. El autor de Pequeñas cosas pasó ayer por Madrid para promocionar su nuevo disco, Serrat sinfónico, en el que se incluyen 16 temas de su repertorio grabados con la Orquesta Sinfónica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC), con arreglos de Joan Albert Amargós.

Serrat lleva 40 años en activo y en ese tiempo ha grabado cerca de 400 canciones. Durante los últimos cuatro años una idea rondaba la cabeza de este artista. Se trataba de crear una obra nueva desnudando las canciones históricas, pero manteniendo "aquellos pellizcos que ya están unidos a la melodía y sin los que la canción sería otra cosa", aseguró ayer el cantante. Ricardo Miralles, amigo y colaborador durante años de Serrat, se sienta ante el piano de cola en el disco junto con los 85 músicos que integran la OBC.

El proyecto no pasaba sólo por grabar con una agrupación sinfónica -"eso se puede hacer en Praga o en Londres alquilando a una orquesta"- y tampoco se trataba de tomar las canciones y ampliar los sonidos con más cuerda y más bombo. "El proyecto se inicia con la grabación del disco, continúa en Barcelona, los próximos 3 y 4 de diciembre, con su presentación en directo con la Sinfónica de Barcelona, y prosigue durante todo 2004 acompañado por diferentes formaciones sinfónicas del mundo".

Elegir 16 temas para el disco de entre los 32 álbumes que ha grabado desde su debut, en 1964 con el sencillo Gitana, no fue tarea sencilla. No quería hacer un grandes éxitos ni una antología. Durante meses, el cantautor se dedicó a elaborar listas que modificaba casi tan rápido como las creaba. "Desde el principio, buscaba canciones que hubieran aguantado bien el paso del tiempo, temas creíbles que no fueran sólo un soplo del pasado". Tras la criba quedó una selección con temas de todas las épocas, desde 1966 (Ara que tinc vint anys) hasta 2002 (La bella en el metro y Es caprichoso el azar). El repertorio se completa con Canço de matinada, Cantares, Pare, Mediterráneo, Aquellas pequeñas cosas, El carrusel del Furo, Princesa, Barquito de papel, Mi niñez, De cartón piedra, Bendita música, Pueblo blanco y Herido de amor. El resultado final se parece bastante a lo que Serrat pensaba que iba a ser este disco, pero no deja de sorprenderle la gran fuerza dramática que le dan a las canciones la orquesta sinfónica y esos matices que "te aprietan el corazón en un momento de debilidad".

El cantante presentará Serrat sinfónico a partir de diciembre y durante el próximo año por escenarios de todo el mundo. México, Buenos Aires o Chile son plazas seguras para este artista cuya carrera se ha mantenido durante las últimas décadas a unos niveles más que aceptables. Versos en la boca, su anterior trabajo, despachó miles de copias y lo habitual es que en sus actuaciones se cuelgue el cartel de "no hay entradas". Su caso es casi una excepción comparado con el destino de muchos de los cantautores de la generación que luchó contra Franco. "El tiempo no siempre es justo y hay muchas cosas que habría que valorar cuando se juzga a un artista; hay músicos que no gozan de la fidelidad del público y que siguen haciendo cosas interesantes", añade. "Pero la situación no sólo es dura para los veteranos, también las cosas están muy difíciles para los que empiezan. Hay muchos jóvenes que no tienen ni un hueco en el escaparate. Los pocos lugares donde se puede hacer música en directo cierran a gran velocidad y la gente no tiene dónde mostrar su trabajo y así llega un momento en que no existes", concluye. Con la experiencia que le ha dado el paso del tiempo, el cantante añade que la solución no pasa por redactar nuevos decretos o dar subvenciones: "Al buen trabajo le basta con que le den la posibilidad de exhibirse".

Sobre los artistas que están empezando a autoeditar sus propios discos, movidos por la falta de apoyo de las multinacionales a los nuevos valores, Serrat asegura que se trata de "intentos de náufrago que ¡ojalá! den resultado y ofrezcan nuevas alternativas". Su idea es que si la autogestión progresa sería bueno no sólo para los artistas, sino para la sociedad en general, que podría elegir sin estar dirigida. Hoy en día es complicado elegir sin estar dirigido". Para definir la anunciada crisis de la industria discográfica, Serrat recurre a un refrán que solía utilizar su madre: "Entre todas la mataron y ella sola se murió".

La poesía ha sido un referente constante a lo largo de su carrera. Antonio Machado, Miguel Hernández, Alberti, J. A. Goytisolo, García Montero o Lorca son algunos de los poetas a cuyos versos ha puesto música. "Los poetas cantan cuando escriben, es una música muy subjetiva", añade el artista para el que poesía y música son dos formas de expresión que podrían trabajar juntas. Su idea es que cualquier obra artística tiene una carga poética. Su trabajo como cantautor sigue muy vinculado a países como Chile y Argentina, donde literalmente arrasa. Forma parte de la Fundación Víctor Jara desde su creación -"estoy allí haciendo compañía, pero hay un equipo estupendo que hace cosas muy interesantes con los artistas nuevos"- y sigue atentamente los acontecimientos de un país en el que estuvieron prohibidos él y Antonio Machado como letrista suyo. "Siempre es bueno mantener fresca la memoria, sobre todo una memoria que han tratado de ocultar y distorsionar", añade. Hará unos cinco años, coincidiendo con una actuación suya en el Estadio Nacional de la capital chilena en la que se pasó un vídeo con el bombardeo del Palacio de la Moneda, descubrió que muchos chilenos no habían visto nunca esas escenas que estremecieron al mundo.

Joan Manuel Serrat.
Joan Manuel Serrat.SUSANNA SÀEZ

Manolo

Joan Manuel Serrat no quiso escribir nada cuando le pidieron que glosara la figura de su amigo el escritor Manuel Vázquez Montalbán, fallecido recientemente. Tenía el corazón partido y era incapaz de expresar con palabras cómo se sentía. Todavía ahora le cuesta creer que se haya marchado para siempre. "Era uno de los escritores más completos que he conocido". Además de la amistad de muchos años, ambos eran socios significados del Barça. "Nunca estuvimos bien vistos en el club, no nos querían. Nos encontraban demasiado críticos, algo que nunca he considerado un defecto. Al contrario, cuanto más crítico, más libre", aseguraba ayer el cantautor.

Como culé acreditado que es, considera que la crisis deportiva del Barcelona se está superando: "Estamos en la travesía del desierto y de vez en cuando encontramos un oasis, pero del desierto también se sale".

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