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Columna
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Despropósitos socialistas

Si los socialistas explican su programa electoral del modo como exponen su posición ante el Plan Hidrológico Nacional, no es difícil anticipar el resultado de las próximas elecciones. La incapacidad de estas personas para hacerse entender en cualquier asunto de mediana importancia comienza a ser proverbial. He seguido con atención las jornadas, celebradas en Valencia, sobre el grave problema del agua en la Comunidad y no he logrado despejar mis dudas. Si el objetivo que se pretendía era difundir las alternativas del Partido Socialista al Plan Hidrológico, diría que no se ha cumplido de ningún modo. Es innegable que los reunidos no han sabido trasladar un mensaje claro e inequívoco a la sociedad. Si tuviéramos que explicar la posición de los socialistas en este asunto, nos veríamos en un serio apuro, del que no sabríamos cómo escapar. Antes de dar una respuesta, deberíamos aclarar de qué socialistas estamos hablando. ¿Hablamos de los socialistas de Aragón, de los de Cataluña, Murcia, Valencia? ¿Hablamos de los socialistas de Alicante? Es evidente que en cada lugar las posturas son diferentes, cuando no opuestas.

Los titulares con que la prensa regional ha publicado la noticia resultan significativos de cuanto digo. Las divergencias que advertimos entre ellos son tan extraordinarias que nos preguntamos si los periodistas que redactaron la noticia asistieron al mismo acto. Más allá de la postura previa de cada medio sobre el Plan Hidrológico Nacional, esas diferencias tan acusadas tienen una explicación. Y ésta no es otra que la incapacidad del Partido Socialista para exponer unas ideas determinadas que el ciudadano perciba con facilidad. Es cierto que el reparto del agua es un problema complejo, lleno de matices que no se pueden omitir. En este aspecto, la demagogia utilizada por el Partido Popular merece el rechazo por tramposa. Pero la cuestión es saber si un partido político puede difundir mensajes contradictorios y confiar en que los acepte la sociedad.

Hay otro punto, en esta reunión de Valencia, que llama la atención por su significado: sólo un partido inmerso en la crisis que viven los socialistas convoca unas reuniones sabiendo de antemano que no asistirán varios de sus alcaldes en señal de disconformidad. No creo que exista una manera más directa de proclamar la desunión ante el Plan Hidrológico Nacional. Si los dirigentes del PSPV son incapaces de persuadir a sus propios alcaldes de lo adecuado de sus propuestas, ¿de qué manera piensan convencernos a quienes, dentro de unos meses, deberemos votar? Pero aún se produjo, en las jornadas, un hecho de mayor gravedad, como fue convocar una mesa redonda sobre las comarcas del Vinalopó sin invitar a los regantes de la zona. No se trata de una cuestión de cortesía o descortesía. Si así fuera, el episodio tendría fácil arreglo. El propio olvido descubre que las reuniones se prepararon de modo irreflexivo y desordenado, y muestra el desinterés de esos políticos por sus votantes. A propósito de las elecciones celebradas en Madrid, han asegurado los comentaristas de la política que el Partido Socialista no transmite confianza a la sociedad. Es un hecho evidente. ¿Quién iba a confiar en unas personas que defienden de ese modo sus ideas?

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