Tiger Woods no se corta

Tiger Woods ha igualado el pasado fin de semana el récord conseguido en el decenio de los cuarenta por el legendario Byron Nelson de torneos sucesivos del circuito norteamericano de golf sin ser eliminado tras la segunda vuelta: 113. Cierto... oficialmente. Los puntos suspensivos significan que, en realidad, lleva ya 117 cortes superados. En concreto, desde que cayó en el del Open de Canadá de septiembre de 1997. ¿Entonces? El matiz anecdótico alude a que su borrón posterior, en febrero de 1998, en la cita del AT&T en Pebble Beach (California), fue por voluntad propia, no por el peso de una tarjeta saturada de golpes. La lluvia obligó a suspender el juego y, por los imperativos del calendario, se prosiguió meses después, en un momento en el que alguno de sus múltiples compromisos forzó la incomparecencia del estadounidense.

La verdad es que Woods sólo ha vivido diez fracasos en su tour. Pero, atención, nueve de ellos los sufrió entre 1992 y 1996, periodo en el que todavía era aficionado y, sin derecho a los premios económicos, fue invitado a participar en varias competiciones por su extraordinario palmarés universitario. Quede constancia, pues, de que únicamente en la mencionada cita canadiense, seis sobre par, se ha sonrojado como profesional alguien capaz de haber quedado 89 veces entre los diez primeros en los 136 envites que ha afrontado desde 1997, es decir en el 65,44%.

De todas formas, es lo mismo. Como su compatriota, Woods va camino de ser considerado también un legendario. No en vano, y aunque este curso se haya quedado en blanco como en el de 1998, ya ha coleccionado ocho títulos del Grand Slam a sus 27 años: tres del Masters de Augusta, dos del Open de Estados Unidos, uno del Open Británico y dos del Campeonato de la PGA norteamericana. Y la plusmarca absoluta, su 114º corte sucesivo no fallido, la logrará con toda seguridad la próxima semana en el Campeonato del Circuito, en Houston (Tejas). Con toda seguridad, porque, reservado a los ganadores de torneos durante esta campaña, no habrá eliminaciones al término del segundo recorrido, un detalle que se obvia a efectos estadísticos.

El domingo, en el Funai Classic, disputado en el complejo Disney de Lake Buena Vista (Florida), Woods apretó sus dientes y sus palos con la intención de celebrar su igualada con Nelson con una victoria más, que habría sido la 40ª en su tour -una, en 1997, precisamente en el Byron Nelson Classic- o la 47ª incluyendo otros. Pero hubo de conformarse con la segunda plaza, a cuatro golpes del fiyano Vijay Singh, al que apenas pudo recortar dos en el último tramo. Una contrariedad que no enturbió su sonrisa al pronunciarse sobre su nueva marca: "Estoy muy orgulloso de poder equipararme a una figura mítica. Ciertamente, no es algo fácil de alcanzar. Sin duda, se necesita un poco de suerte y mucho trabajo duro".

Un dulce en las postrimerías de un año cuya andadura comenzó Woods con un doble mal sabor de boca: su pobre actuación previa en la Copa Ryder -el duelo bienal entre Europa, ganadora en 2002, y Estados Unidos-, en la que quedó patente su falta de compenetración con sus compañeros de equipo, su soledad, y una lesión de rodilla que le causó problemas durante meses, le obligó a pasar por el quirófano y le hizo perderse las convocatorias de enero y principios de febrero -después, eso sí, resurgió con rabia y obtuvo tres triunfos en sus primeras cuatro apariciones, a los que más tarde agregó otros dos para totalizar, por ahora, cinco-. Un dulce para quien esta vez no ha podido añadir otro grande a su historial de éxitos por más que en el British, en el que concluyó el cuarto, perfilase al menos sus aspiraciones.