'Traduttore, traditore'
Mi amigo el traductor me manda un párrafo de Stevenson traducido por sus buenos oficios que reza: "La elocuencia es rara en las despedidas, y las sentencias en el lecho de muerte no suelen hallarse a la altura del momento. (...) Carlos II, ocurrente y escéptico (...) rememoró y expresó todo su ingenio (...) en su famosa frase: Me temo, señores, que no estoy siendo razonable al tardar tanto en morir". Pues bien, uno de esos traductores automáticos de la Red tradujo lo mismo de la siguiente manera: "La elocuencia de discurso de despedida es rara, y los refranes de la cama de la muerte no han golpeado a menudo la marca de la ocasión. (...) Charles en segundo lugar, ingenio y escéptico (...) recordado e incorporado todo su ingenio (...) al famoso: Estoy asustado, caballeros, soy un rato inconsciente uno-que muere".
Lo que no sabe mi amigo es que esta segunda traducción es mejor que la suya, por lo menos más acorde a los tiempos que corren. Pongamos que hay un juez que halla indicios de culpabilidad en ciertos empresarios cuyas actividades tienen que ver con la cultura vasca. Un traductor ordinario exigiría que los indicios de culpabilidad fueran razonablemente elocuentes y pedirían que se manejase la instrucción con todas las garantías y total transparencia. Los traductores del euskociberespacio, en cambio, se rasgan las vestiduras porque se está volviendo a criminalizar a la cultura vasca desde unas instancias judiciales creadas ex profeso para a tacar a todo lo vasco. Poco importa que le hayan dado el Premio Nacional de Literatura Infantil a una vasca, porque traducirán que se ha hecho para disimular. Y si el juez pone en libertad, aunque sea con cargos, a los encausados, sabrán gracias a su diccionario que eso no constituye prueba alguna de que la justicia les ampara puesto que no les retiene arbitrariamente, sino de que fue excesivamente sucia la detención.
Otro tanto cabe decir de nuestro lehendakari quien, como si fuera Koldo, Mitxelena, Espasa, Calpe y María Moliner juntos, habla de modificación del Estatuto en lugar de ruptura o de proyecto de convivencia cuando lo único que quiere es romperla. Lo mismo hace al asegurar que su Estatutón es revisable hasta la última coma. Si es así, ¿por qué no lo retira si por lo menos una mitad de los vascos viene diciendo en las urnas, y no en las encuestas amañadas por sus servicios, que no desea nada de soberanismo nacionalista? También dice que respetará lo que decidan Álava y Navarra y puede que Lapurdi, Soule o Zuberoa, sin admitir que también han decidido. A lo mejor quiere organizar una txistorra de referendos para mantener siempre en activo el diente. Es inútil, sus diccionarios y gramáticas no admiten que su proyecto de "libre convivencia" es no sólo una burla sino anticonstitucional, términos éstos que inmediatamente traduce por voluntad del pueblo: ¿quién puede impedir la voluntad del pueblo? Y si le preguntan qué pueblo, responde con cara de querubín, el vasco, es decir el nacionalista que secuestra y subsume la voluntad de quien no lo es.
Y así ha presentado al Parlamento sus tablas de la ley constituyentes con apenas unos toques de maquillaje para ocultar los rasgos demasiado etnicistas con que la criatura venía. También le ha cambiado la partida de nacimiento porque no parecía admisible que los vascos de la diáspora pudieran ser vascos por sangre y, en cambio, quienes venían naciendo de sangre infusa en el territorio pudieran tener sólo derecho a la misma. Tamaña injusticia no sólo se ha corregido -ahora todos somos vascos de hecho, por lo tanto pueblo y voluntad-, sino que se ha corregido el doble, porque ahora con el hecho de ser vascos se nos regala el derecho a ser también españoles. Basta con juntar unas tapas de yogur y a vuelta de correo se recibe un túper donde guardar cosas tan superfluas como el pasodoble, la paella o la Constitución.
Por eso conviene volver a las palabras del artículo de Stevenson citado ahí arriba con la menor traición posible: "Haberse opuesto a menudo a lo diabólico y seguir oponiéndose hasta el fin, equivale a haber actuado bien".
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