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Crónica:FÚTBOL | La jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Grandioso Zidane

La fantástica actuación del francés, decisiva para el triunfo del Madrid sobre un excelente Racing

Santiago Segurola

Bajo una lluvia inclemente, el fútbol alcanzó momentos de esplendor en el Bernabéu. El Racing exigió lo mejor del Madrid, que atravesó por momentos muy difíciles. Pero en medio de los problemas surgió el imponente Zidane, autor de un partido excepcional. Zidane abandonó cualquier tentación populista y se dedicó a ganar el encuentro. Lo hizo con las grandes maneras de costumbre, pero sin distraerse en los trámites. Era necesario. El Racing desafió al Madrid desde el primer minuto. Con un juego atrevido y optimista, alcanzó el área de Casillas con frecuencia; con una intensidad elogiable, acosó línea por línea al equipo local; con una voluntad férrea, persiguió la victoria más allá de lo que cualquier equipo considera razonable en el Bernabéu. Cuando todo terminó, con el Madrid vencedor después de un duelo de verdad, la gente reconoció los méritos del Racing. Equipos así honran la Liga y la dan vuelo.

REAL MADRID 3 - RACING 1

Real Madrid: Casillas; Salgado, Pavón, Raúl Bravo, Roberto Carlos; Helguera, Cambiasso (Guti, m. 63); Figo, Raúl, Zidane; y Ronaldo (Solari, m. 72).

Racing: Ricardo; Coromina, Pablo Casar, Juanma, Neru; Nafti, Diego Mateo (Afek, m. 80); Morán (Jonatan, m. 85), Benayoun, Regueiro (Txiki, m. 85); y Bodipo.

Goles: 0-1. M. 15. Benayoun aprovecha un rechace en el área. 1-1. M. 27. Impresionante volea de Zidane desde fuera del área. 2-1. M. 79. Raúl, tras una jugada entre Zidane y Figo. 3-1. M. 89: Raúl empuja desde cerca.

Árbitro: Turienzo. Amonestó a Zidane, Helguera, Guti, Morán y Juanma (m.73).

Unos 65.000 espectadores en el Bernabéu.

Zidane protagonizó la noche, que comenzó con muchas incertidumbres en el Madrid. Queiroz colocó a Cambiasso junto a Helguera, decisión que cabe interpretar como un ninguneo a Guti. Pasarán mil años y no tendrá la condición de titular. Fue decisivo en la conquista de la pasada Liga, pero nada le vale, ni tan siquiera cuando las circunstancias le favorecen. Estaba lesionado Beckham y parecía la opción natural. Pues no. Salió Cambiasso, que jugó con la abnegación de siempre y tuvo un par de detalles interesantes. No es, sin embargo, la solución que requiere el Madrid para acompañar a Helguera. No mezclaron bien, pasaron dificultades evidentes para mover la pelota, no quitaron demasiado y se vieron superados por Diego Mateo y Nafti, dos centrocampistas de largo aliento decisivos en el excelente Racing.

Durante un buen rato, el Racing desactivó al Madrid con un fútbol codicioso, sin complejos. Buscaba la pelota con una decisión casi fanática y la recuperaba con rapidez. Bodipo era una amenaza por su rapidez, Morán le dio la noche a Roberto Carlos, Regueiro confirmó que es uno de los jugadores más temidos por Salgado y los demás cumplieron sus papeles de modo intachable. La cima de la actuación del Racing llegó con el gol de Benayoun, jugador escurridizo, de recursos. Marcó un buen gol, permitido por cierta indiferencia de la defensa del Madrid y concretamente de Cambiasso, que asistió impávido a una larga maniobra de Morán en el área. El tanto vino a coronar aquella superioridad del Racing. Fue entonces cuando Zidane entró en escena.

En ocasiones, Zidane se da el gusto de ofrecer a los espectadores hermosas actuaciones que tienen un punto trivial. Llenan la retina, pero dan la impresión de alejarse de las necesidades del equipo. No fue el caso esta vez. Zidane dio un curso memorable, y eso es mucho cuando se trata de un futbolista de su magnitud. Belleza y eficacia, en dosis masivas. Eso es lo que ofreció, especialmente en el primer tiempo. A través de su impecable dirección, el Madrid salió de sus graves problemas con un fútbol maravilloso. Se sucedieron las acciones rápidas, fluidas, con todo el equipo en la misma onda. Y siempre Zidane en la dirección de la sinfonía. Todo frente a un rival que le ofrecía una enorme resistencia. El Racing no capitulaba jamás. Si se defendía es porque el Madrid aceleraba con todas sus figuras en su mejor versión, como ocurrió en el primer gol, una obra de arte iniciada y terminada por Zidane, con Ronaldo como colaborador necesario. Su pase fue rematado de volea con la derecha por el astro francés, que recordó su inolvidable gol en Glasgow.

El partido, que alcanzó algún momento excepcional en la primera parte, derivó hacia lo trabajoso en el segundo tiempo, pero sin perder vibración. El Racing no se aceptó nunca como perdedor. Con disciplina y bastante buena letra, volvió a apurar al Madrid en muchos instantes. En el Bernabéu se apreciaban las razones de las últimas grandes victorias del equipo de Alcaraz. El Racing tenía descaro y firmeza. Y el Madrid comenzaba a preocuparse por el resultado. Queiroz tomó dos decisiones. Una pareció lógica. Entró Guti por Cambiasso. Para bien. Luego dio paso a Solari por Ronaldo. El delantero más temido del planeta se fue al banquillo con su equipo en estado crítico, con un empate que parecía irremediable. Hubo algo parecido a la sorpresa, pero sucedió que el Racing comenzó a flaquear. Tenía más voluntad que energía. Le faltaba aire. Entonces llegó Zidane de nuevo. Recogió con maestría un pase de Guti y mejoró la jugada inmediatamente. Filtró la pelota a Figo, que metió el centro raso, fuerte y decisivo. Naturalmente, apareció Raúl en el segundo palo. Un gran gol para un hermoso partido, uno que necesitó de un buen Madrid y de un futbolista impresionante: Zinedine Zidane.

Zidane avanza con el balón ante Diego Mateo.
Zidane avanza con el balón ante Diego Mateo.MANUEL ESCALERA

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