Blaine, en cama tras 44 días de ayuno

David Blaine ha dado por concluida su hazaña de falso profeta. El domingo por la noche, el ilusionista estadounidense salió de su jaula de metacrilato tras aguantar 44 días sin ingerir alimento alguno. Tan sólo agua sorbió durante su calvario voluntario, suspendido de una grúa sobre la orilla sur del Támesis. Sin fuerzas para hablar, con lágrimas en los ojos y aspecto de mártir, sonrió a los miles de simpatizantes que siguieron su descenso desde las alturas a tierra firme. Unos dos millones y medio de telespectadores conectaron con la cadena de pago que emitió en exclusiva el evento. Blaine, que

sufrió mareos y problemas visuales en la última semana debido al ayuno, ha perdido 20 kilos y tendrá que empezar a comer poco a poco, ya que podría morir si volviera a alimentarse de golpe, puede tardar seis meses en recuperar su anterior estado físico. Ya reposa en un hospital, libre por fin de los conatos de violencia que su experimento provocó entre numerosos británicos. Solían provocarle con comida, insultarle y arrojar piedras contra la celda transparente. Un individuo intentó cortar el suministro de agua y pasó la noche en comisaría, y el propio Paul McCartney se enzarzó en una pelea a consecuencia de Blaine.