El Valencia arrolla al Espanyol
El conjunto de Benítez se muestra muy superior al colista, que da una pobre imagen en Mestalla
El rival más fácil en el momento más dulce. Eso supuso ayer el Espanyol para el Valencia, que ganó con la gorra. A su armonía defensiva, el cuadro de Benítez ha añadido la irrupción de un goleador hambriento (Mista), que da salida a ese centro del campo con el que sueña todo delantero: Marchena, Jorge López, Aimar y Vicente. Sí, ayer Marchena. Benítez le dio descanso a Albelda y el central sevillano estuvo perfecto de medio centro. Sirvió dos espléndidos pases de gol: el primero a Baraja y el segundo a Vicente. Los dos rasos y a la espalda de la defensa espanyolista, donde más duele. El Espanyol dio pena. Ni siquiera fue ese equipo aguerrido que se le supone a Clemente. Parece un conjunto descapitalizado. Se echa una ojeada a la alineación y se entiende el lugar que ocupa en la tabla: el último. A todo eso se agrega la importancia de tener un buen portero. Preguntado en la previa qué futbolista ficharía del Valencia, Clemente respondió que Cañizares. Y ayer se entendió por qué. El meta valencianista intervino poco, lo justo para evitar el empate en un remate a bocajarro de Maxi Rodríguez. Lo contrario de Toni, cuya pifia en el primer tanto hundió al Espanyol. Curioso: Toni fue el titular en el oro de España en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92; y Cañizares su reserva.
VALENCIA 4 - ESPANYOL 0
Valencia: Cañizares; Curro Torres (Garrido, m. 70), Ayala, Navarro, Carboni; Jorge López, Marchena, Baraja, Vicente; Aimar (Rufete, m. 62); y Mista (Xisco, m. 75).
Espanyol: Toni; Marc Bertrán (Óscar, m. 61), Lopo, Carlos García, Jarque (Bobson, m. 61), David García; Maxi Rodríguez, Bastía (Domoraud, m. 70), Tayfun, Morales; y Raúl Molina.
Árbitro: Medina. Amonestó a Maxi Rodríguez.
Goles: 1-0. M. 9. Toni falla en el despeje con el pie y Mista marca. 2-0. M. 46. Baraja, tras driblar a Toni. 3-0. M. 48. Centro raso de Vicente y Mista emboca. 4-0. M. 79. Vicente encara a Toni y le bate de disparo colocado.
Unos 45.000 espectadores en Mestalla.
Clemente le dio la tarde a Carlos García, el pobre. Le encomendó que no perdiera de vista al número 21 del Valencia: un tal Aimar. Y ahí estaba García, persiguiendo la sombra del media punta argentino, cuya movilidad e inteligencia convierten el marcaje individual en tarea imposible. Más todavía si, como le pidió Benítez, se deja caer a las bandas, aparentando que se trata de un interior. Y no lo es. Es el media punta de toda la vida, el que tiene libertad para abrir espacios, a su libre albedrío.
No le trae a Toni buenos recuerdos Mestalla. Histórica fue la ocasión en que, en el Atlético, Tamudo le robó el balón mientras lo botaba con las manos y el Espanyol ganaba la final de Copa (2000). Ayer no fue para tanto, pero sí que facilitó la goleada con sus desafortunados despejes con el pie. Sobre todo el primero: desde una esquina del área envió el balón a la media luna. Gracias, contestó Mista, que no perdona. El delantero las ha pasado canutas, el club trató de traspasarlo al Sevilla, y ahora disfruta de cada segundo. Con su manojo de virtudes -sacrificio, agresividad, técnica e instinto- combate un pecado que parece capital en un punta: la falta de velocidad.
Sobradísimo anduvo en la primera parte Baraja, capitán en ausencia de Albelda. Después, el vallisoletano ya desapareció, como si estuviera reservándose para empresas mayores.
Al cuadro de Clemente se le ha puesto cara de perdedor. Y un evidente complejo de inferioridad. Toda la tropa está preparada para defender, pero sin saber cómo. No hay centro del campo. Es decir, nadie capaz de lanzar un pase en condiciones a los delanteros. ¿Delanteros? Bueno, uno: Raúl Molina, que lidiaba en solitario con Curro Torres, Carboni, Ayala y el joven Navarro, que da la impresión de estar toda la vida en Primera.
El Valencia se dejó llevar tras el descanso y permitió que el Espanyol enseñara si disponía de algo en ataque. Nada. Lo que quedaba era un precioso pase en profundidad de Marchena a Vicente, que superó ayer una pequeña crisis yendo de menos a más. También quedó una buena incursión de Xisco al que se le interpuso en el disparo Rufete, ante el enfado de la grada, que prefería que chutara el pequeño delantero. Más tratándose de Rufete, convertido de pronto en la diana de un sector de Mestalla. De forma caprichosa e injustificada.
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