Peces-Barba había dicho sí
La campaña electoral para la Comunidad de Madrid, abierta en la madrugada del pasado viernes, se presenta como una de las más insípidas de la última época: nadie parece estar dispuesto a hacer un esfuerzo para "despertar" a los ciudadanos madrileños y lograr que acudan a las urnas.
En el caso del Partido Popular, es lógico que su estrategia sea de medio tono y que esté destinada, sobre todo, a no provocar movilizaciones espectaculares ni enfrentamientos demasiado radicales. Los populares cuentan con que los madrileños más desinteresados en acudir a las urnas serán precisamente los potenciales votantes socialistas y no tiene sentido que se empeñen en sacarlos de casa. Así que la campaña de Esperanza Aguirre se moverá, según sus asesores, en aguas tibias, rehuyendo los debates personales y cualquier imagen de crispación. Según los cálculos del PP, una campaña tranquila puede llevarles a recuperar la mayoría absoluta en la Asamblea de Madrid e incluso a sacar dos o tres diputados por encima del PSOE-IU.
La organización madrileña del PSOE y el propio candidato se mostraron contrarios a que se cambiara la cabecera de la lista, y Zapatero aceptó su negativa
Más sorprendente resulta la atonía que demuestran por ahora los socialistas. Se supone que una parte de sus votantes está indignada por la traición de los diputados Tamayo y Sáez, pero las encuestas indican que los dirigentes socialistas no han conseguido convertir esa indignación en movilización anti-PP. "Quizá dentro de unos meses se constate que Tamayo y Sáez cobraron dinero de algún constructor, militante popular, pero para entonces ya habremos perdido las elecciones y de nada valdrá nuestra amargura", reconoce un antiguo dirigente socialista, que admite estar "algo deprimido". Según el análisis de este veterano diputado, la única manera de intentar movilizar a los ciudadanos madrileños habría sido presentar una nueva lista, encabezada por alguien de reconocido prestigio entre los socialistas y entre los madrileños. La misma idea barajó en algún momento el propio secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, que llegó a hablar con Gregorio Peces-Barba, padre de la Constitución y rector de la Universidad Carlos III de Madrid, sobre la posibilidad de que fuera como número uno en las elecciones del 26 de octubre.
Perfil teórico
Peces-Barba, que en otras ocasiones había rechazado ofrecimientos parecidos de su partido, consideró que en este caso no podía decir que no y mostró su disposición a encabezar la lista. El ex presidente del Congreso daba el perfil teóricamente preferido por los madrileños, pero Rodríguez Zapatero no tuvo ocasión de encargar un sondeo para tantear la posible reacción de los votantes de izquierda. Poco después mantuvo otra conversación con Peces- Barba para explicarle que había decidido finalmente mantener a Rafael Simancas como cabecera de lista. El rector de la Carlos III, que mantiene una buena amistad con el secretario general de su partido, aceptó inmediatamente su decisión.
¿Qué pudo llevar a Rodríguez Zapatero a renunciar a la candidatura de Peces-Barba? Un dirigente socialista cercano al secretario general considera que la organización del partido en Madrid expresó claramente su voluntad de que Simancas permaneciera al frente de la lista y que el propio candidato sólo estuvo dispuesto a ceder a Peces-Barba un segundo puesto, pero no a sacrificar su propia posición.
"No se puede ir contra el partido, y en Madrid hay 20.000 militantes que hubieran provocado un incendio si se les impone a otro candidato", explica ese dirigente del PSOE. ¿Incluso aunque el otro candidato tenga más posibilidades de ganar? "En este caso será muy dificil ganar, sea quien sea el candidato, porque en la convocatoria anterior el PSOE e IU sacamos sólo 30.000 votos al PP. Es una cifra difícil de revalidar en estas condiciones", asegura. "Pero también creemos que será difícil darnos un batacazo. Nuestros votantes no se van del partido a otro lado. Simplemente algunos se pueden quedar en casa. Y es a ésos a quienes tenemos que convencer de que no están votando sólo a personas, sino a un Gobierno, un Gobierno que va a estar cuatro años al frente de la Comunidad".
Así las cosas, algunos dirigentes del PSOE creen que se están concentrando cada vez más sus esperanzas en las elecciones de Cataluña. Salvo que Manuel Chaves decida anticipar las de Andalucía, los comicios catalanes proporcionarán al PSOE la única oportunidad de llegar a marzo de 2004 con una victoria política considerable. "De aquí a marzo pueden pasar muchas cosas, y el candidato del PP, Mariano Rajoy, puede cometer muchas equivocaciones, pero cada día está más claro que necesitamos una victoria en Cataluña", reconoce un miembro de la ejecutiva.
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