Bardo kurdo
Un pueblo abandonado a su suerte. Una nación sin estado, descuartizada entre Irak, Turquía, Irán y Siria. Los kurdos saben de idiomas prohibidos, culturas sojuzgadas e intentos de exterminio. Son alrededor de treinta millones sin voz propia. Sivan Perwer sería esa voz en la que se reconocen.
En su presentación en Madrid, Sivan Perwer puso de relieve que el exilio no ha logrado cercenarle el espíritu. En 1976 abandonó Turquía: temía por su vida y la de su familia. Tiene ahora su campamento en Alemania y lleva su canto a la diáspora kurda como los bardos, que recorrían pueblos y aldeas desde el monte Ararat hasta los valles del Tigris y el Éufrates.
Hubo un cante que recordaba a una soleá. Perwer comentó la similitud de algunos géneros modales de Oriente con el flamenco y explicó que de ese rincón del mundo salió hace siglos Zyriab. Su voz se dirige directamente al estómago. Como ese lamento por los cientos de niños muertos en 1988 en Halabja bajo las bombas químicas -esas que gobiernos occidentales suministraron a su entonces aliado Sadam Husein- ante la pasividad internacional. La música ha sido durante siglos la vía para transmitir la historia en el Kurdistán. El de Sivan Perwer es un canto que aspira a la paz, la libertad y la convivencia entre iguales.
Sivan Perwer
Sivan Perwer (voz y laúd saz), Fuat Talay (laúd saz), Zahid Brifcani (violín), Alaaddin Demerbag (oboe zurna), Hassan Kenco (salterio qanun) y Diler Saaty (tambor darbuka). Sala Caracol. Madrid, 9 de octubre.
Babelia
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