La espina dorsal de la ciencia
"Nuestra generación, si no quiere quedarse a espaldas de su propio destino, tiene que orientarse en los caracteres generales de la ciencia que hoy se hace", escribía Ortega y Gasset en El tema de nuestro tiempo. Y si cuando -1923- Ortega escribió esto tenía sobradas razones para sostener semejante opinión (era la época de las teorías especial y general de la relatividad, y de la física cuántica), muchas más razones habría tenido hoy, rodeados de tantos artilugios tecnocientíficos y posibilidades biomoleculares. No hay duda, en efecto, de que las generaciones actuales tienen la imperiosa necesidad de orientarse en la ciencia que hoy se hace "si no quieren quedarse a espaldas de su propio destino". Claro que esto se dice fácilmente, pero ¿cómo se logra? ¿Cómo pueden los legos obtener un conocimiento mínimo, pero suficiente, para poder formarse una visión del mundo, cuando se trata de un universo intelectual tan exigente como diverso? Y no se trata sólo de los "legos" en el viejo sentido del término (aquellos que no han recibido una educación en ciencias): ahora todos son, somos, legos en alguna medida; incluso los científicos, especialistas que dominan una parte de una materia, pero que ignoran casi todo de las demás.
EL DEDO DE GALILEO. LAS DIEZ GRANDES IDEAS DE LA CIENCIA
Peter Atkins
Traducción de Inés Belaustegui
y Carmen Martínez Gimeno
Espasa Calpe. Madrid, 2003
436 páginas. 23,50 euros
Los libros de divulgación científica constituyen, por supuesto, uno de los principales instrumentos para luchar contra el analfabetismo científico. Y no escasean, aunque tampoco sean los que más abundan, textos que pretenden ofrecer una visión general de lo que la ciencia contemporánea nos dice acerca del funcionamiento del universo, y que no olvidan referirse también al por qué y el cómo de la vida en general, y de la vida humana en particular. El dedo de Galileo pertenece a esta tradición, destacando tanto por su actualidad, rigor y claridad, así como por los temas que su autor ha seleccionado: evolución, ADN, energía, entropía, átomos, simetría, cuantos, cosmología, espacio-tiempo y aritmética. Es fácil comprender que estos diez temas abarcan todos o prácticamente todos los instrumentos conceptuales que nos permiten comprender el porqué de las cosas, el cómo del funcionamiento del universo y de lo que contiene. La "evolución" para entender la variedad e historia de la vida. El "ADN" como capítulo obligado por su papel en la transmisión de la herencia y el control de funciones básicas de numerosísimos organismos. Sin entender que son "energía" y "entropía" es simplemente imposible entender el cómo y el porqué de los cambios que tienen lugar en la naturaleza, desde el sentido del tiempo hasta la máquina de vapor, pasando por el inicio de la construcción de una proteína o por qué hierve el agua. En "átomos" y "cuantos" encontramos los "ladrillos" y las leyes sobre las que se levanta ese edificio que llamamos "realidad". La "simetría" es un instrumento increíblemente poderoso para hallar las leyes que obedecen los fenómenos naturales. El "espacio-tiempo" es el marco geométrico en el que tienen lugar esos fenómenos, y la "cosmología", la ciencia que estudia el presente y la historia, pasada y futura, del universo. Y la "aritmética", la espina dorsal (o casi) de la matemática, la disciplina sin la cual seguramente nos resultaría imposible comprender científicamente el mundo.
El autor que ha acometido la magna tarea de explicar esos diez temas, enmarcándolos en un conjunto coherente, es Peter Atkins, un distinguido catedrático de Química de la Universidad de Oxford con una larga carrera detrás, como científico pero también como divulgador. Algunos de sus libros de alta divulgación son merecidamente conocidos, obras como La creación, La segunda ley o El reino periódico. Ahora con El dedo de Galileo (en honor al célebre físico, cuya obra, escribe Atkins, "representa un punto de inflexión, el momento en que la empresa científica cambió de rumbo y los científicos dejaron sus cómodos sillones") ha dado un paso más en su carrera de expositor: un paso caracterizado por la ambición de su contenido, desarrollado con una encomiable claridad, amenidad y buen estilo literario, así como por la originalidad de muchos de los argumentos que utiliza en sus explicaciones. Que no piense nadie, sin embargo, que todas las líneas de este libro ejemplar se pueden leer sin realizar algún esfuerzo. Debería ser innecesario decirlo, pero se trata de acceder a lo que ha sido y continúa siendo una ardua conquista de los humanos: el conocimiento científico.
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