Izzy Asper, magnate de los medios de comunicación en Canadá
Israel H. Asper, la fuerza motriz del mayor grupo de medios de comunicación de Canadá y sobresaliente filántropo, falleció el martes 7 de octubre en Winnipeg, Manitoba. Tenía 71 años.
Conocido como Izzy, Asper era una figura pintoresca y controvertida quese ganó un amplio respeto al convertir una única emisora de televisión que adquirió con otros socios en 1975 en CanWest Global Communications, propietaria de la red de televisión Global de Canadá y de más de 60 periódicos, así como empresas de radiodifusión en Australia, Nueva Zelanda e Irlanda.
Pero sus detractores le acusaban de haber perjudicado a la cultura canadiense al inundar las salas de estar de su país con comedias de situación estadounidenses. Asper, firme partidario de Israel y del Partido Liberal canadiense, también fue acusado por sus críticos de imponer sus opiniones políticas a los diversos puntos de emisión de CanWest.
Asper nació el 11 de agosto de 1932. Sus padres se instalaron en la pradera canadiense en la década de 1920, tras huir de los pogromos contra los judíos que se estaban produciendo en Ucrania. Formado como asesor fiscal, se desencantó de la política después de haber sido elegido para la Asamblea Legislativa de Manitoba.
Se introdujo en el sector de los medios en 1975 al comprar, junto con tres socios, el equipo de una pequeña emisora de televisión en apuros de Pembina, Dakota del Norte. Desmantelaron el transmisor y otras piezas durante el fin de semana del Día del Trabajo, y los trasladaron a Winnipeg, donde enseguida empezaron a emitir. Un año después, Asper y sus socios compraron la red Global TV, con base en Toronto, que también estaba experimentando dificultades. Renovaron Global principalmente atrayendo a los anunciantes canadienses a programas populares estadounidenses como Vacaciones en el mar, Dinastía y Canción triste de Hill Street.
CanWest Global fue ampliada en 2001 mediante la compra de varias emisoras de la Columbria Británica, Alberta y Ontario. Meses después compró la cadena de periódicos Southam al Grupo Hollinger, propiedad de Conrad Black, por 2.200 millones de dólares; los bienes adquiridos incluyen una participación del 50% en The National Post, un periódico con sede en Toronto que Black creó en 1998 para enfrentarse a The Globe and Mail. CanWest se hizo el año pasado con el control pleno de The National Post. El objetivo de Asper era el de crear un imperio multimedia ofreciendo a los anunciantes toda una gama de puntos de emisión. Pero CanWest Global, inmerso en una deuda creciente, ha vendido varios periódicos y otros activos en el último año y ha suspendido el pago de dividendos a los accionistas.
Asper y sus hijos, Leonard y David, que ocupan altos cargos en CanWest Global, se han visto involucrados en peleas muy divulgadas con el personal de los periódicos de CanWest a lo largo de los últimos años. Los Asper fueron acusados, entre otras cosas, de exigir a todos los periódicos que publicaran editoriales escritos en la sede social de CanWest en Winnipeg. Con frecuencia, el editorial reflejaba la actitud favorable de Asper hacia Israel y su respaldo al primer ministro de Canadá, Jean Chrétien. Un grupo de antiguos anunciantes, redactores y editores de Southam compraron anuncios a toda página el año pasado para criticar su política de editoriales.
Asper dejó su cargo ejecutivo en CanWest a comienzos de este año, aunque continuaba siendo presidente del consejo de administración de la empresa. La familia Asper controla el 45% de las acciones de CanWest. Asper participaba también muy activamente en los asuntos de la comunidad, principalmente de Winnipeg, donde vivía. Financió la escuela empresarial de la Universidad de Manitoba, así como el Centro sobre el Holocausto.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.