"Aznar debe dejar de jugar ridículamente al guerrero del antifaz"

Jesús Fernández Palacios (Cádiz, 1947) es subdirector de RevistAtlántica y director de Campo de Agramante, publicaciones cuyos últimos números acaban de ver la luz.

Pregunta. Las revistas literarias suelen ser efímeras, ¿cómo se apaña para mantener dos a la vez?

Respuesta. El secreto es la confianza en el proyecto, la tenacidad para hacerlo y el generoso apoyo de las instituciones. También el tándem que formamos José Ramón Ripoll y yo, en el caso de RevistAtlántica, y la valiosa colaboración de Josefa Parra en Campo de Agramante.

P. Lleva 12 años sin publicar un libro, ¿le abandonó la inspiración?

R. Me siento contento de la poca poesía que he publicado, me sigo reconociendo en algunos de sus hallazgos y maneras de decir. Para mí la poesía es un accidente, no una profesión.

P. Los poetas andaluces siempre andan peleados, ¿a qué se debe?

R. Tal vez porque somos herederos de un pueblo fronterizo, acostumbrado a guerrear con invasores. Lo que deberían entender los poetas es que no hay una única identidad, somos una amalgama y al final la única división válida es la que separa a los poetas malos de los buenos. Las otras peleas son estériles y la sociedad hace bien en no prestar atención.

P. ¿El Parnaso también sufre la especulación?

R. Si así fuera, se arriesgaría a lo que ya se avecina: el estallido de la burbuja inmobiliaria, que va a conducir a la miseria a muchos especuladores. La ventaja de la poesía es que no genera plusvalías y que el tiempo siempre se encarga de cribar lo verdaderamente novedoso y bueno de lo que no lo es.

P. ¿Hay hoy algún poeta de la altura de Alberti?

R. No hay ninguno comparable como escritor coral que tocó todos los géneros y prácticamente todo lo hizo bien. Pero sí hay poetas como Ory o Caballero Bonald, que también tienen su singularidad y su alta categoría.

P. ¿Cuál ha sido la peor censura que ha sufrido?

R. Cuando en abril de 1973 rendimos un homenaje a Ory en el colegio Chaminade, íbamos a leer una carta del poeta en la que criticaba el franquismo. La consigna del encargado de leerla era que, si el funcionario se la pedía, tenía que tragársela, para lo cual habíamos hecho una transcripción en papel muy fino, a fin de que puediera digerirla. Por fortuna, no ocurrió nada de eso. Después del franquismo, sufrí censura cuando me opuse a la OTAN. Nadie contó conmigo durante dos años.

P. ¿Es bueno que Aznar lea poesía?

R. Animo a Aznar a que siga leyendo poesía, que es mucho más saludable que esas aventuras de agresiones y guerras imperialistas contra pueblos que no lo merecen. Que lea todo lo que quiera, pero que deje de jugar ridículamente al guerrero del antifaz.